Cuando atacar conspira contra gobernar

Los psicodramas incendiarios presidenciales, ejemplos de posverdad populista, tienen cierta racionalidad política: alimentar una realidad paralela

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Tras la seguidilla, el martes y miércoles, de diatribas, culpabilización, inexactitudes y señalamientos del presidente Chaves contra dos diputadas limonenses, la Asamblea en general y la contralora, Marta Acosta, me vino a la mente un consejo que el gran intelectual mexicano Alfonso Reyes dio en una conferencia de 1932 a quienes censuran sin proponer: “Lo que gastas en juzgar, gástalo en mejorar”.

Los psicodramas incendiarios presidenciales, ejemplos de posverdad populista, tienen cierta racionalidad política: alimentar una realidad paralela, en la que “yo” (él, aclaro) me presento como encarnación de los intereses nacionales, y a “los otros” (instituciones, diputados, fiscales, jueces, periodistas independientes o académicos críticos) los hundo entre los malditos. Así, busca erosionar los límites institucionales, exacerbar los ánimos de quienes lo apoyan, justificar sus fallas, controlar parte de la agenda pública y mantener protagonismo y cierta aureola de poder.

Todo esto puede verlo como una inversión, pero también es un gasto. Para el país, porque, además del daño al andamiaje de nuestra democracia liberal, cada vez se hace más difícil buscar acuerdos para establecer rumbos compartidos, atender integralmente problemas urgentes (la inseguridad, por ejemplo) y mejorar las condiciones de vida, sobre todo, de los crecientes sectores marginados. Es decir, gobernar.

Pero los discursos incendiarios también conspiran en su contra. En este último caso, debilitó seriamente la posibilidad de que la Asamblea se allane ante proyectos del Ejecutivo sobre los cuales existen justificadas dudas, y todo indica que dislocó la flamante negociación para instalar a Horacio Alvarado, del PUSC, como presidente legislativo. Es decir, un fracaso doble que lo debilita.

¿Por qué no seguir el consejo de Reyes y utilizar lo que tenga de capital político en mejorar, no juzgar, atacar y atrincherarse? No sé, pero destaco la paradoja con el recuerdo del escritor español Francisco Umbral sobre lo que un colega espetó a otro: “Con el esfuerzo que ha realizado por fingir una cultura que no tiene, podría haberse hecho una cultura de verdad”. Es decir, con el esfuerzo realizado por el presidente en atacar, bien podría haber logrado gobernar mejor en su primera mitad. Veremos qué sigue en la segunda.

Correo: radarcostarica@gmail.com

X (anteriormente, Twitter): @eduardoulibarr1

El autor es periodista y analista.