Creciente violencia derivada de las drogas

Lo que estamos viviendo debido a las drogas es solo el principio de una amenaza de ocupación de nuestro territorio por el terror

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Algunos son dados a creer que la violencia y el terror no pueden afincarse en nuestro medio porque somos un pueblo de paz y democracia. Lamentablemente, olvidan nuestra posición geopolítica y que, al igual que en 1856 o en la década de los ochenta, las tormentas de la vecindad terminan azotándonos.

Las cosas cambiaron radicalmente en América cuando brotó el gran negocio de los carteles de la droga, en el último cuarto del siglo pasado. Hasta entonces, el poder económico dependía en gran medida del poder político, centralizado en estructuras clientelistas.

El sistema presentaba, por una parte, serias debilidades que facilitaban la corrupción y, por otra, formaba una masa creciente de excluidos, desplazados por la tecnología que buscaban desesperadamente ingresos para atender las necesidades de sus familias.

Colocados geográficamente entre los países productores y procesadores de cocaína en el sur, los traficantes comercializadores y el gran mercado de consumidores en el norte del continente y punto de enlace con Europa, nuestro país es ruta de paso necesaria para este nefasto negocio, especialmente el tráfico terrestre, ya que el marítimo y el aéreo son controlados cada vez más con recursos de los Estados Unidos.

Caldo de cultivo

El interés del narcotráfico coincide con las debilidades de nuestro sistema económico y social, que deja fuera especialmente a las poblaciones en las regiones fronterizas y costeras, donde el narco se ha posicionado y penetrando los poderes locales e instituciones. De ahí que la lucha por el control de territorios haya desatado el terror y el crimen en las costas y fronteras, desde donde expande la muerte hacia otras provincias.

Nuestra debilidad radica en el aparato legal y de seguridad, que debe actualizarse para impedir que el narco siga tomando fuerza. Especialmente el sistema de inteligencia y la seguridad comunitaria deben fortalecerse de manera sistemática con seguimiento y atención permanente. Pero, sobre todo, actuar en la prevención reduciendo la exclusión social.

Un país que concentra sus ingresos en el 20 % de la población y no abre a los jóvenes suficientes oportunidades para incorporarse a la vida moderna tiene los pies de barro. La prevención de la violencia depende de la modernización del sistema educativo para adecuarlo a las exigencias de la tecnología del conocimiento y la regeneración ecológica, sin olvidar que el aprendizaje y la capacitación constituyen, debido a la velocidad de los cambios, un proceso permanente para evitar la exclusión.

Especial atención merece la actualización de la mano de obra para actuar frente a las necesidades y oportunidades. Más del 50 % de la población económicamente activa tiene un nivel inferior al bachillerato y este porcentaje es mayor entre los desocupados.

Opciones comunales

Se trata no solo de una actualización de los centros de trabajo, sino también de los procesos y transformaciones que abren oportunidades en sus comunidades y regiones, procesos que no deben depender de proyectos elaborados por burócratas, sino responder a la demanda y la organización de las comunidades.

Las instituciones deben, ante todo, dar asistencia técnica y recursos complementarios a los aportados por las comunidades. Las comunidades, cuando gozan de autonomía, saben quéopciones tienen según las condiciones para abrirse paso a paso y mejorar sus capacidades.

Las ofertas del Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) frecuentemente les exige no solo estudios que no poseen, sino también asistir a sedes que en muchas partes quedan a kilómetros de distancia, donde el transporte es ineficiente y en horarios de 7 a. m. a 2 p. m., lo que les dificulta trabajar para atender las obligaciones familiares.

Caminos exitosos existen, lo que se necesitan son decisiones políticas en el campo educativo y capacitación para emprender una prevención eficaz. Con la Fuerza Públicapueden mitigarse los daños, pero no evitarlos ni a mediano ni a largo plazo.

Lo que estamos viviendo debido al auge de los carteles de las drogas en el ámbito nacional es solo el principio de una amenaza de ocupación de nuestro territorio por el terror. Por el momento, lo visible es la violencia manifiesta en el control de territorios; sin embargo, el verdadero poder está tomando posiciones estratégicas a través del blanqueo de capitales, el cual es tema para otro artículo.

Todavía no estamos en guerra civil, como en El Salvador, y estamos a tiempo, si tomamos conciencia del peligro, para aplicar medidas pertinentes, pero debemos actuar pronto con visión y decisión.

miguel.sobrado@gmail.com

El autor es sociólogo.