Con la misma piedra...

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Fue Aristóteles quien definió al hombre como un animal político y alguien por allí también dijo que el ser humano era el único animal que tropezaba más de una vez con la misma piedra.

Ambas expresiones son correctas, sobre todo si se refieren a los cíclicos escándalos que sacuden al atribulado servicio diplomático costarricense. Ello por cuanto, en lo de zoon politikon, algunas actuaciones tienen muy poco de verdadero sentido político, pero sí de animalada. Y en cuanto a los tropiezos, ni hablar...

Son tantas veces en las que el nombre de nuestro país ha quedado en la picota, por la actuación de nacionales y extranjeros, que por supuesto sería ingenuo creer que se trate de casos fortuitos. Son muchas las razones para insinuar que, detrás de tales desparpajos, hay un gran gato encerrado.

La pregunta que, irresistiblemente, uno se formula es: ¿por qué se repiten, una y otra vez, esas irregularidades en el servicio exterior, siempre con el mismo libreto? Otra más: ¿es tan grave el asunto que no se puede solucionar?

La facilidad con la cual "fichas" foráneas reciben un nombramiento diplomático, con la generosa recomendación de políticos, evidencia que lo que no ha existido hasta ahora es voluntad (sí, con negritas) para extirpar el cáncer desde su raíz.

Deben existir compromisos muy poderosos para que, pese a todos esos gazapos, a menudo otro cónsul o funcionario honorario (que no muy honorable) salpique con lodo la imagen nacional. Es más, a veces sus padrinos locales salen juntos a defenderlos.

El expresidente Calderón y el diputado Villanueva Monge coinciden en la necesidad de introducir cambios en el servicio diplomático para frenar tanto desmadre. ¡Enhorabuena!

Pero, ¿por qué hasta ahora? Eso es lo que los ciudadanos deseamos que los políticos nos expliquen.