Cómo salir de este hueco

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Los costarricenses hemos llegado a tiempos de parálisis de obra pública vital. Vivimos un estancamiento que da pavor, si se calculara cómo esta falta de infraestructura impacta ya en la competitividad del país, en la economía y calidad de vida.

En menos de un año, por ejemplo, se cayeron dos proyectos de $1.000 millones para convertir en supercarreteras las calzadas hacia San Ramón (58 km) y hacia Limón (107 km).

Esos dos proyectos van ahora al paso de la trocha fronteriza (160 km), otra gran obra caída en desgracia al quedar al descubierto la corruptela. Por tanta mano metida, la trocha y las vías a San Ramón y Limón quedarán para quién sabe cuándo.

En el último año también se frenó otro proyecto gigante: la refinería chino-costarricense de $1.500 millones, un contrato que alentó a desmantelar los viejos tarros de Recope, y ahora, sin tarros y sin refinería, y con $50 millones gastados, los costarricenses pagamos una costosa planilla que no sabemos qué hace en una “refinadora” que no refina nada, todo lo importa.

Estos tres casos evidencian que el Estado llegó al colmo de la incapacidad para hacer obra importante por factores como corrupción, tramitomanía, ignorancia de ministros y técnicos y por permitir a grupos vecinales meterse a constructores sin saber de costos financieros.

A las puertas de más decisiones, donde habrá que hacer nuevas carreteras, puertos y aeropuertos, son urgentes reformas para sacar de los proyectos vitales las manos interesadas y asignárselos a profesionales.

El nuevo Gobierno debe dar pasos de gigante para construir en estos cuatro años lo que heredó a medias, pero también para dejar listas reformas que permitan salir de este hueco desde el cual, por años, no hemos visto obras trascendentales.

¿Cómo hacerlo?

Lo primero, tener claro que la inversión no se puede posponer, pese al déficit fiscal. Si hay que endeudarse más, ni modo.

Lo segundo, reformar la ley de concesiones, pronto, para que el Consejo de Concesiones acierte con una y evitar la satanización actual. Concesionar es la solución, queramos o no.

Lo tercero, los cambios llevarán tiempo en negociación, pero los ciudadanos no podemos esperar más. Es necesario permitir al Gobierno construir, pero para ayer, porque el país está rezagado con grandes obras y el atraso nos pasa la factura todos los días.