Cómo leo las encuestas

Hoy les cuento algunos ‘tips’ que empleo para entenderlas bien

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Estamos, inevitablemente, en esa fase de la campaña en que se desata la “guerra de las encuestas”. Todo el que puede envía a sus conocidos la última medición, con sesudas explicaciones sobre los resultados o sin ellas. Enhorabuena, pues la información al servicio de la ciudadanía es siempre bienvenida, suponiendo, eso sí, que se trata de estudios hechos de acuerdo con protocolos técnicos y no de basuras que, también inevitables, se hacen pasar por encuestas serias cuando no lo son. Sin embargo, aun si todas estuvieran bien hechas, hay que saber leerlas con ojo crítico, para no “irse de pollos” con los datos.

Hoy les cuento algunos tips que empleo para entenderlas bien. Para empezar, los resultados de intención de voto es lo último que veo. Lo primero que hago es ver las características de la muestra: ¿A cuánta gente entrevistaron? ¿Margen de error reportado? ¿Fechas de la consulta? Esto es importante para entender el grado de precisión del análisis. Por ejemplo, si una muestra es muy chiquitilla o muy urbana ya sé que las conclusiones no son muy robustas.

Luego, paso a la cuestión crucial: la identificación del probable votante, un tema complicado en un ambiente de tanta indecisión como el nuestro. Una encuesta que reporte un 20-25% de probables abstencionistas, o que no reporte ninguna estimación, inmediatamente se me cae de la moto: en los resultados de intención de voto se les están colando muchos que dicen tener candidato, pero que no van a ir a votar. Después, me fijo en la estimación de indecisos: si encuentro bajos niveles (un 30% o menos a estas alturas), concluyo que el estudio tuvo problemas en identificarlos, y ello me provoca dudas sobre la fiabilidad de los resultados.

Finalmente, cuando me fijo en la intención de voto, me importa más el rango de error que los números específicos. Una encuesta con un margen del 3% no puede concluir si una diferencia de dos puntos porcentuales entre fulano y sutano es cierta o es producto de la ineludible imprecisión de los estudios basados en muestras de la población. No podemos afirmar: fulano va arriba.

Luego de ver todo eso, recuerdo que las encuestas no son los mejores instrumentos para entender las fluidas preferencias electorales, pues no captan algo esencial: el gran flujo de votantes entre una y otra posición, algo fundamental en Costa Rica. Por eso, son fotos que caducan rápidamente.

vargascullell@icloud.com

El autor es sociólogo, director del Programa Estado de la Nación.