Casuismo peligroso

Algunos buscan ‘justificaciones’ para eliminar una fórmula para la construcción de obra pública con fondos de fuente privada, idónea en tiempos de gran vulnerabilidad fiscal

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Un mal nacional es promover legislación como reacción ante un caso concreto. El más reciente ejemplo es el escándalo cochinilla. Ni la prisa ni el calor ni el enojo son buenos consejeros, nublan el sano juicio porque se fijan únicamente en el árbol y, consecuentemente, se corre el riesgo de perder la perspectiva del bosque.

El análisis objetivo demanda un estudio profundo y reflexivo que permita ver con claridad el problema en sus múltiples dimensiones, y teniendo claridad se hallan las mejores soluciones.

En un casuismo peligroso, se ha anunciado el bisturí para el MOPT y el Conavi. Otro proyecto anuncia el cierre del Consejo Nacional de Concesiones. Sin conocerse todos los detalles del caso Cochinilla, ¿es la estructura el problema o son las personas? No hay relación entre una cosa y la otra; por ello, es peligroso, en estas circunstancias, satanizar aún más un instrumento que bien usado es de mucho provecho.

Diferentes economías del mundo han encontrado en las alianzas público-privadas una forma para la reactivación económica, la prosperidad y el bienestar. Por eso, es erróneo que algunos busquen «justificaciones» para eliminar una fórmula para la construcción de obra pública con fondos de fuente privada, idónea en tiempos de gran vulnerabilidad fiscal.

Si se quiere convertir el caso Cochinilla en oportunidad para la modernización, debe emprenderse la reforma de la estructura del Estado y, finalmente, enfrentar los problemas, solucionarlos y olvidarse de la nociva práctica de que a las instituciones ineficientes se les crean otras desconcentradas que asuman su labor, y si se trata de entidades obsoletas, se les inventan nuevas responsabilidades. Las palabras exigir o cerrar son anatematizadas.

El resultado son rectorías —llámense ministerios o presidencias ejecutivas— con mandatos legales, pero con una diversidad de órganos desconcentrados bajo su jurisdicción, pero solo en la teoría, porque en la práctica obstaculizan una administración eficiente, transparente y que rinde cuentas.

Lo correcto es iniciar una concienzuda reforma del Estado y para ello existen puntos de partida, como el informe de los notables y otras propuestas, algunas publicadas en este medio por el Dr. Rubén Hernández.

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga.