Cambios internacionales

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Aquel 2015 vivimos intensamente. Hubo un mes cuando, incrédulos, nos frotamos los ojos porque se sucedían, uno tras otro, acontecimientos sorprendentes en la escena internacional. O, quizá, nos los frotábamos pues: “¿Desde cuando pasan otras cosas en el mundo?”. Relacionados entre sí o no, estos hechos abonaron a la impresión de que ese mundo cambiaba imprevisiblemente y nos sacudieron del ensimismamiento que produce estar viéndose siempre el ombligo.

Empecemos con las cosas que sí estaban vinculadas. Primero, Estados Unidos y Cuba acordaron abrir embajadas luego de medio siglo de enseñarse los dientes. Al hacerlo, removieron un clavo ardiente en las relaciones entre América Latina y los EE. UU.

Aunque los efectos internacionales de esa normalización de relaciones son limitados (Cuba es hoy un jugador muy menor) remueve el más poderoso símbolo de la guerra fría. Del yankees go home la isla pasa al yankees come home, please . De paso, nació un nuevo competidor regional para nosotros.

El segundo acontecimiento es el trato nuclear entre Estados Unidos e Irán, secundado por la Unión Europea y Rusia. Irán aceptó restringir su programa nuclear, la verificación continua sobre su arsenal y la prohibición temporal a la compra de armamento convencional, a cambio del levantamiento gradual de sanciones y la normalización de relaciones.

Aquí también es evidente la intencionalidad del presidente Obama de construir un legado. Lo de Irán, a diferencia de Cuba, sí son palabras mayores, pues tiene potencial para cambiar la geopolítica del Medio Oriente.

El Gobierno israelí, aliado con el Partido Republicano, se opone al acuerdo y habrá una dura batalla por delante. A menos que se descubra una “torta”, Obama tiene las de ganar, pues posee el poder de veto. Finalmente, ¿ayudará el acuerdo a desactivar conflictos en el Medio Oriente?

El tercero es la novela del rescate de Grecia y las rocambolescas negociaciones entre el Gobierno griego, la troika y, en la práctica, el Gobierno alemán de la señora Merkel, con referéndum sorpresa incluido, corralito y aceptación final por parte de los griegos de aquello que en primer lugar rechazaban.

No sabemos si la salida de Grecia del euro (el “grexit”) fue evitada (hoy es día clave), pero los errores de ambos bandos han evidenciado que el euro no es irreversible y que la Europa comunitaria, que sale debilitada de este episodio, tampoco lo es. Mal cariz tiene esto, pues esa Europa fue la cuna de las principales tragedias del siglo XX. Ojitos bien abiertos.

(*)Jorge Vargas Cullel es gestor de investigación y colabora como investigador en las áreas de democracia y sistemas políticos. Es Ph.D. en Ciencias Políticas y máster en Resolución alternativa de conflictos por la Universidad de Notre Dame (EE. UU.) y licenciado en Sociología por la Universidad de Costa Rica.