El próximo domingo, 4 de febrero, será un hito histórico en nuestras municipalidades, al aplicarse por primera vez el principio de paridad, creado en el 2009. Después de más de 30 años de lucha por mejorar la condición de las mujeres en sus magníficas diversidades, he aprendido que el avance en los derechos nos lo da el poder legislativo, pero luego, por una serie de maniobras, resultan nugatorios y, finalmente, la Sala Constitucional o el Tribunal Supremo de Elecciones dan verdadero contenido a esos derechos del 50 % de la población, que además termina beneficiando al 100 % de las personas.
Ejemplos sobran. En 1996 se crearon las acciones afirmativas, con las cuotas del 40 % como mínimo de participación femenina. Resultado: las pusieron al final de las listas. Fue una magistral resolución de la Sala, redactada por la magistrada Ana Virginia Calzada, la que definió que las cuotas eran constitucionales y un mecanismo para superar la desigualdad contra las mujeres. Esta generó varias resoluciones entre 1999 y el 2005 del Tribunal Supremo de Elecciones que obligó, so pena de desinscripción de los partidos, poner a las mujeres en puestos elegibles.
Otro ejemplo es la resolución redactada por la magistrada Nancy Hernández —hoy presidenta de la Corte Interamericana de Derechos Humanos—, que enmendó la plana al Tribunal Supremo de Elecciones, que solo reconocía la paridad vertical en las papeletas, y obligó a cumplir la paridad horizontal, incluso en las unipersonales por ser materia de derechos humanos.
Y es finalmente gracias a la Sala, en el voto 2023-002951, excelentemente redactado por el magistrado Luis Fernando Salazar, que en este 2024 los partidos aplicarán el principio de paridad horizontal en las alcaldías, y con ello se superará el ridículo número que hoy tenemos de solo 9 alcaldesas en 82 cantones.
Hito histórico y oportunidad de cambio en la política nacional, pues, independientemente del partido al que pertenezcan, estoy convencida de que las mujeres son extraordinarias organizadoras en esa gran casa llamada cantón, tienen gran capacidad de servicio y las he visto partirse el lomo trabajando por sus comunidades. Es justo que reciban los réditos, como debe ser.
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La autora es politóloga, miembro del Advisory Board del Wilson Center en asuntos para América Latina.