Cada líder educativo debe prepararse para el cambio tecnológico

¿Será la educación nuestro Titanic? No si los docentes asumen el papel que les corresponde en la sociedad y se reentrenan y se les evalúa para ser los agentes del cambio en la era de las tecnologías disruptivas.

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Con la irrupción de la innovación tecnológica, ser maestro o educador será una de las profesiones más valoradas en el futuro, como lo ha sido en el presente. Saber adaptar el cambio, por medio de la pedagogía, los convertirá en un recurso esencial, pues la ética, la moral, los valores, el comportamiento de los alumnos y su formación serán de las tareas más cruciales de su urgente trabajo.

Aparte de los terremotos políticos y de la reciente huelga, la realidad es que el futuro requiere un gran proceso de capacitación continua de docentes, administradores educativos y padres de familia, así como de los alumnos. Para que esto ocurra, es preciso un cambio de mentalidad. La educación será continua y permanente, y además retará con aspectos novedosos que contemplan mucho trabajo.

La educación dual, la innovación en la empresas y los nuevos e interesantes empleos atraerán un gran proyecto educativo sobre el país, de lo cual muchos no se han percatado. El Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) está dando un gran paso con su novedoso programa de formación profesional, que necesariamente es hoy estratégico para la realidad de Costa Rica.

A esto se suma un intenso diálogo entre la industria y la educación, el cual es estrictamente necesario para progresar. Universidad y empresa deben pensar en trabajar conjuntamente el futuro.

¿Toda empresa debe educar? Toda empresa, ante el cambio tecnológico, deberá tener personas capacitadas para formar a los jóvenes y a las personas de edad más madura en las nuevas tecnologías. Los alumnos, sean escolares, colegiales o empleados, deben ser entrenados para aprender y aprovechar bien los nuevos modelos de convivencia social que ofrece la nueva tecnología que cambia modos y circunstancias de hacer bien las labores. La idea es que nadie se quede en el caño de la indiferencia ante la disrupción tecnológica.

El periodista argentino Andrés Oppenheimer, en su reciente libro sobre los cambios del futuro, titulado Sálvese quien pueda, anota que la educación será una escuela al revés. Muchos jóvenes desde sus casas podrán obtener conocimientos por medio de YouTube o Internet antes de que el educador se lo explique.

Existirán sistemas, como los que ya ha preparado Google, donde los jóvenes podrán conocer y recrear la naturaleza en medio de la clase o en sus hogares. Son sistemas que nunca habíamos pensado, y que esa escuela al revés hará que en el aula se llegue a revisar y hacer tareas en vez de recibir lecciones, pues estas ya virtualmente están a la orden de los alumnos en la red. Todo esto es discutible, mas no debe olvidarse que el aula es dínamo de la educación.

La innovación no espera. La idea de que uno estudie una vez y luego valide los conocimientos para toda la vida se acabó. En Madrid, de pronto, la actividad de la banca perdió 90.000 empleos, no por decrepitud bancaria, sino debido a la innovación tecnológica.

Para esos abruptos cambios, tenemos que prepararnos a fin de adaptar a los jóvenes a trabajos y conocimientos nuevos. Hacer de la educación y la capacitación un continuo.

Andrés Oppenheimer lo dice correctamente en su libro: “Tendremos que estudiar de por vida, en periodos intermitentes, para actualizarnos y reinventarnos según los requerimientos del mercado laboral. Quienes no estudien o no sigan estudiando se quedarán cada vez más atrás”. Las empresas tendrán que estar permanentemente formando personas para enfrentar los cambios.

Evaluación. Un hombre de intenso azul, con sombrero, ingresó al colegio con una maleta. Era el inspector educativo. Así le llamábamos en ese entonces. Se trataba de Ramiro Montero, quien fue director del Liceo de Costa Rica, profesor universitario ilustre que venía a evaluar a un alumno que, a su vez, era profesor en nuestro Colegio Seminario.

El inspector era nada menos que un profesor estricto, que dejaba huella en los alumnos y en la educación nacional. Estudió en Bélgica y reunía siempre el respeto de sus alumnos por generaciones en el Liceo de Costa Rica.

Así deben ser todos los evaluadores. Según los estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), uno de los cambios más grandes para Costa Rica, si queremos surgir, es la continua evaluación de los educadores, pues deben ser capacitados de manera permanente y, así, darles un elemento fundamental del éxito educativo.

Especialmente, deben darse oportunidades a los que están alejados. La educación en línea lo permite, pero no hay nada más positivo que una relación personal, viendo los ojos de los educadores. La evaluación de los educadores no es para despedirlos, sino para mirar en qué aspectos se les debe ayudar más.

Puente al desarrollo. El mejor puente al desarrollo es la educación basada en la formación profesional, en marcha ya en diferentes sectores del país con el nuevo programa. El futuro no son solo las soluciones técnicas. Necesitamos también fundamentos humanos para detener el asesinato, el ametrallamiento de personas y la violencia en los hogares.

La paz en la sociedad, en las casas y en las calles es un reto que la educación puede ganar. Sencillamente, enseñando a respetar la vida humana desde el momento del nacimiento hasta el instante de la muerte.

El entramado social parece sucumbir y no tiene respuestas ante el aumento del crimen que ha ocurrido en otras naciones y aceleradamente en la nuestra. La respuesta está en nuestra iniciativa, en su apoyo a la educación, a la escuela y a los valores y virtudes. Este es el desafío más grande que tiene Costa Rica, del cual nadie puede abstraerse.

El autor es diplomático.