Buenos días: Teleclases sí o sí

La pandemia deja una lección de peso al MEP y a los educadores: deben prepararse para enseñar a distancia.

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Casi un millón de alumnos de escuelas y colegios públicos, y sus cerca de 55.000 educadores, llevan dos semanas varados en sus casas, y podrían ser obligados a pasar más tiempo allí para evitar la propagación del coronavirus, cuyo pico se pronostica para mayo y podría bajar en junio o julio.

Los estudiantes serán otra vez los más perjudicados por el rezago en el curso lectivo.

Otra vez porque en el 2018 perdieron tres meses debido a la huelga contra la reforma fiscal y, ahora, corren el riesgo de, por lo menos, otros tres meses a causa del virus.

Mientras tanto, una minoría de alumnos de centros privados siguen en clases a distancia. La jornada es la misma. En lugar de entrar a las 7:30 a. m. o a las 8 a. m., encienden la computadora a esa hora para atender a sus profesores. Los recreos, la interacción, las prácticas y las tareas son los mismos. La hora de desconectarse coincide con la salida de clases regular.

Estudiantes y docentes se apoyan en aplicaciones como Zoom o Hangouts, que también crean un aula virtual.

La experiencia es un reto para los educadores del Ministerio de Educación Pública (MEP). Hacia allí deberían avanzar.

Eso les exige actualizarse y comprender que la educación no es solo presencial. La metodología puede ser la mejor, pero las circunstancias la volvieron anticuada.

Qué mejor ejemplo que una emergencia cuya cura está en el distanciamiento social. Hay un antes y un después de la covid-19: ya no estaremos tan pegados ni tan presentes físicamente.

El MEP, pero sobre todo los educadores, deben entrenarse para dar clases a distancia, con herramientas tan simples como Zoom. Deben hacerlo por vocación, si lo suyo es educar, y también para enseñar a sus alumnos a desenvolverse remotamente.

Quienes hoy están en escuelas y colegios serán quienes más se verán obligados al teletrabajo en un futuro cercano. La práctica la cumplirán mejor si, desde ahora, se les incentiva a moverse en el mundo virtual.

Es cierto, no todos tienen acceso a Internet o a una computadora, pero deberían porque para eso el Estado creó a Fonatel, para llevar la red y la tecnología a los ciudadanos más vulnerables.

De que el Fondo Nacional de Telecomunicaciones incumple metas y es ineficiente, sí, sin duda, porque tiene millones de dólares guardados y decenas de proyectos varados.

El reto también es para Fonatel, que, como los educadores, está urgido de renovarse para el cambio que nos espera después de la pandemia.

amayorga@nacion.com

Armando Mayorga es jefe de Redacción de La Nación.