Desde hace casi 14 meses, esa firma asumió la administración de Station Wagon, la otra compañía que ha dado transporte público desde Alajuela por más de cuatro décadas, según recuerdo.
Es decir, prácticamente hay un monopolio porque Tuasa reina. El problema es que con esa nueva realidad ahora hay dos tipos de usuarios: de primera y segunda clase. Muchos alajuelenses pueden confirmar mis palabras.
En las últimas semanas se hizo más frecuente que uno llegaba a la estación Station Wagon, frente al parque Calián Vargas o más conocido como “parque de niños”, y no encontraba ni buses y a veces ni un chequeador que diera alguna explicación.
Un día de noviembre, por ejemplo, un numeroso grupo de viajeros –casi todos trabajadores– esperamos 35 minutos para que llegara una unidad y ninguna persona apareció para dar alguna justificación por lo menos por gentileza, aunque había un muchacho en la especie de palomar que tienen por oficina.
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Un muchacho desesperado porque tenía que estar a las 8 a. m. en el San Juan de Dios optó por pedir un Uber, sí, un Uber.
Mientras, un compañero de trabajo que estaba en Tuasa me cuenta que él va saliendo en un bus de ¡sorpresa! de Station Wagon, de los que con frecuencia se llevan a su estación. Ahí está claro quiénes son los viajeros de segunda clase.
Con estas decisiones y el mal servicio que ahora ofrece Station Wagon obligan a los residentes del sur y este de Alajuela a moverse hasta la estación de Tuasa. Al parecer, eso es finalmente lo que buscan para concretar su intención de usar Station para el servicio a Heredia.
Aunque finalmente lo logren, eso no ha ocurrido y la concesión actual es Alajuela-San José y viceversa, así que, cumplan y respeten. ¿Y el Consejo de Transporte Público? No se entera o no se quiere enterar.
Si lo que pretende el Estado es promover más el uso de transporte público, hay que asegurar que sea de calidad.
Irene Vizcaíno es periodista.
ivizcaino@nacion.com