Buenos días: La fortuna de Kimberly

La vendedora de lotería que llevó suerte a un niño de 13 años es afortunada por su honradez

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En La Fortuna de San Carlos, son muy afortunados. Allí, quedó el último gordo de la lotería y, en enero, le llegó una raspa instantánea cuyo premio de ¢40 millones alegró a un niño muy humilde, de tan solo 13 años, quien, minutos antes de ganar, pedía plata cerca del parque.

Pero, también, en esa ciudad son afortunados de contar con personas como Kimberly Chaverri Lobo, vendedora de lotería de 19 años, a quien las circunstancias pusieron ante una enorme prueba de honradez.

El chiquito sabía que la raspa traía premio y se alistaba para que la vendedora le diera ¢1.000. “No, papi, usted no pegó ¢1.000, usted pegó ¢40 millones”. La cara que Kimberly vio lo decía todo: su cliente no entendía cuánto era ese montón de plata, por lo cual se quedó con la raspa y le pidió ir a su casa y llamar a la mamá. Incluso, el novio de Kimberly le regaló ¢2.000 para el taxi.

Fortuna la del niño de toparse con ella. ¿Por qué no se quedó con la raspa? ¿Por qué no lo engañó con un “premio” de ¢1.000? La muchacha lo dijo en muy pocas palabras: “Solo hice lo que mis padres me enseñaron. En mi casa, me inculcaron a ser honrada. Yo le dije al chiquito que era mucho dinero y me preocupé de que nadie le quitara la raspa, por eso se la guardé y esperé a que volviera con la mamá”.

Afortunados, asimismo, Ademar Chaverri y Carmen Lidia Lobo por la hija que formaron y por los valores que le inculcaron.

Este caso lleva a pensar en algo muy esencial, pero dejado de lado en muchas familias de hoy: son los padres, es el hogar, donde se forman los valores. La honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, la justicia, el afecto y el respeto a los demás se aprenden en la casa.

En la primera infancia, los niños imitan todo lo que ven en sus padres y otros familiares. Los valores, entonces, no se enseñan, los niños los descubren mediante el ejemplo, las conductas y los hábitos que ven en el entorno.

En la escuela y el colegio, los maestros están para reforzarlos, no para enseñarlos como suponen algunos padres que dejan en manos de otros la formación más esencial de la vida.

Kimberly Chaverri es afortunada por esa honradez que superó una difícil prueba.

amayorga@nacion.com

Armando Mayorga es jefe de Redacción de La Nación.