Buenos días: La ética de magistrados

No solo es necesario cambiar los requisitos para elegir a los nuevos magistrados, sino establecer un código de ética para los 22 que están en la Corte Plena

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“¿Es prudente que los magistrados vayan a fiestas con miembros de los supremos poderes, aunque luego quizás tengan que resolver casos en contra de ellos?”.

La pregunta la hizo el diputado del PUSC Rafael Ortiz al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Chinchilla, el viernes, en la comisión que investiga el escándalo del cemento. “Hay un antes y un después” y “yo no lo volvería a hacer”, respondió Chinchilla.

Después del penoso episodio que envuelve al Poder Judicial, no solo es necesario cambiar los requisitos para elegir a los nuevos magistrados, sino establecer un código de ética para los 22 que están en la Corte Plena. Es lamentable llegar a ese extremo, pero lo cierto es que la falta de definición ha permitido comportamientos que desacreditan la figura del juez.

Ortiz contó, por ejemplo, que el 25 de julio del 2014, cuando asistía a la celebración de la Anexión del Partido de Nicoya, “un grupo de magistrados promovía entre los diputados asistentes la candidatura de otro magistrado. Promovían una persona, ‘este es el que queremos’. Eso, no es correcto. A mí me chocó”.

Eso de hacer cabildeo debe aniquilarse. Esa y otras malas costumbres deben proscribirse. Es simplemente poner por escrito lo que parece obvio, pero que ha sido transgredido por algunos.

Es cuestión de moderar relaciones de amistad con políticos, empresarios u otros; sus idas a fiestas, sus salidas a tomar tragos o a partidos de fútbol. Es poner límites a publicaciones personalísimas en Facebook o Twitter.

Parece obvio, pero también es necesario delimitar sus decisiones con respecto a familiares, exparejas o amigos que se puedan ver favorecidos con un nombramiento dentro del Poder Judicial.

Parece obvio, pero es vital poner por escrito que un magistrado no debe resolver casos donde aparezcan involucrados familiares o amigos (de viaje o de tragos).

Los magistrados deben comprender que una vez en su puesto, su deber no es solo ser, sino parecer los máximos representantes de la justicia.

Como les dijo el diputado Ottón Solís el viernes: “A la institución la respetamos, a ustedes, si se ganan el respeto”. Es momento de que se ocupen de ello.

El autor es jefe de redacción de La Nación.

Correo: amayorga@nacion.com