Buenos días: El espejo infiel

El trámite final de la ley de empleo público expondrá a los diputados a un abierto escrutinio sobre sus actuaciones

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Con una maratónica sesión de 28 horas, los legisladores pretenden dar un empujón al proyecto de ley de empleo público la próxima semana y dejarlo casi listo para votarlo cuando pasen los días santos.

Llegada la hora de los tiros, cuando se sabrá quién es quién, los costarricenses determinaremos, entonces, cuáles son las verdaderas intenciones de los congresistas.

Muchos de ellos golpearon la mesa para exigir una reforma del Estado, recortes en el gasto público y un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Otros tantos insisten en la necesidad de detener el festín del pago de pluses salariales y de someter a universidades y municipalidades a esta misma disciplina.

Pues en el momento cuando el proyecto de ley se encamina a sus instancias decisivas, van a tener una oportunidad única para transformar sus discursos y promesas en hechos.

Esta iniciativa representa una oportunidad histórica para acabar con las grandes inequidades salariales existentes en el sector público y evitar el crecimiento exacerbado de los incentivos laborales.

Además, recordemos que es uno de los proyectos incluidos en la negociación con el FMI para obtener un crédito por $1.750 millones para aliviar las finanzas del Estado.

Por ello, la kilométrica discusión de mociones que se avecina será una suerte de espejo infiel para los diputados, pues, en vez de mostrar solo lo que ellos quieren, veremos la verdad.

Algunos podrían caer en la tentación de llevar su propio espejito para tratar de ofrecer la mejor imagen a los sectores con los cuales ya tienen compromisos políticos.

Ese sería un error de cálculo, si lo vemos en términos electorales, porque sería la manifestación de una enorme incongruencia entre lo que tanto reclaman y lo que finalmente quieren hacer.

Con ello, también perderían autoridad moral para seguir rasgándose las vestiduras y reclamar acciones que ellos mismos no están dispuestos a tomar por cálculo y miopía.

Pero, aún más allá, sería una terrible equivocación privar al país de una iniciativa que generará un ahorro anual equivalente al 1 % del producto interno bruto (PIB).

La critica situación actual obliga a tomar decisiones valientes, razonables y visionarias. Pronto veremos si, pasados por el tamiz del espejo infiel, los diputados están a la altura de las circunstancias.

rmatute@nacion.com