Así no somos

La política no nos representa. Esa no es nuestra imagen, sino nuestra sombra. Así no somos. Así nos tienen

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¿Quiénes somos? ¿La Suiza latinoamericana? No, esa es Uruguay. Eso piensa The Economist, que se refiere a Uruguay como “la Suiza de América Latina, una de sus sociedades más ricas, equitativas y con mejor desempeño” (2/12/2021). ¿Duele, verdad? A mí, por lo menos, sí. No por Uruguay que lo merece, sino por nosotros que podríamos también serlo. Lo que pasa es que nuestra clase política proyecta una imagen distorsionada del alma nacional.

El inmovilismo nos lo han hecho interiorizar como si fuera colectivo, cuando en realidad, es propio de la élite política. El axioma “veo una encuesta, luego pienso” es su epistemología. Instituciones plagadas de argollas endogámicas buscan no hacer olas que perturben el statu quo. Vivimos una crisis de identidad con sensación de autoestima disminuida. Los pisos se serruchan como método patriótico de nivelación. El “no se puede” nos tiraniza.

“La vida está en otra parte”, decía Kundera, con el peso doloroso de una Checoslovaquia paralizada, frente a una Europa que avanzaba. Así me siento yo, a veces. Para encontrar lo que somos, necesitamos ver hacia otra parte, hacia la pequeña empresa abandonada que progresa contra corriente, hacia innovadores que sobreviven a la pandemia, hacia decenas de miles de empleos que se crean obligados al exilio de la formalidad, hacia una clase intelectual apedreada por los haters, por salirse del canasto.

La mediocridad nos inunda y, bicentenaria, nos asfixia. En esta patria dicha de “maestros no de soldados”, hemos llegado a un punto de descomposición social que ser académico es defecto, no virtud. Pensar se ha convertido en una vagabundería. Ya no es pilar de la vela que otea vientos de cambio. Todo eso viene de la política en su ejercicio timorato y localista.

Cada noticia dicta una oportunidad perdida. El ICE sigue patrón impune de frecuencias. El teléfono de las brujas dice que perdimos el caso del aguacate, caro capricho paquidérmico (del PAC). Y sigue la ristra de jurásicos intocables, pero los candidatos tradicionales buscan no salirse del canasto. Estamos en elecciones. Nada como estas fechas para sentir la crisis de representatividad que padecemos. La política no nos representa. Esa no es nuestra imagen, sino nuestra sombra. Así no somos. Así nos tienen. Pero tenemos que escoger. ¡Qué duro!

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.