Ajedrez y escenarios

En sencillo y sin números, la teoría de juegos aplicada al análisis de la situación política

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A estas alturas, todo el mundo está bien adivinado. La administración Chaves es una magnitud conocida y el tinglado político está más que armado. Aunque ya nadie sorprende a nadie, puede haber drama, pues los pleitos siempre traen teatro y público, y el país está en una situación complicada: no estamos manejando bien la pospandemia.

Así las cosas, pensemos, entonces, la situación política como una partida de ajedrez. El gobierno debería tener claro que, si no suma aliados en el Congreso, quedará bloqueado por una mayoría que frustrará muchas de sus iniciativas. Y un gobierno bloqueado, grite o patalee, navega hacia la irrelevancia.

Ante ello, los estrategas de Zapote pueden reaccionar de varias maneras. Una primera es decir “¿y qué?”. Podrían pensar que el bloqueo les conviene, pues alimenta la narrativa del enojo (“luchamos contra los ticos con corona”) y su opción sería gobernar a base de golpes de efecto y decretos que pongan patas para arriba a instituciones y políticas. Capacidad destructiva tiene un gobierno, por cierto.

Eso que está bien para la galería de los fans, sin embargo, no suma. Polarizarían al país, pero con pocas probabilidades de éxito. Es que nuestro sistema político carece de tres factores que en otros lares se usan para apuntalar gobiernos: ejército, elecciones legislativas de mitad del mandato y reelección presidencial inmediata. Y no, las elecciones municipales no son un referendo de la labor del gobierno nacional.

Una segunda opción es jugar a lo mismo, pero con paciencia y astucia: reducir las resistencias del Poder Judicial a los intentos del Ejecutivo por ampliar la esfera de sus competencias. Nombrar magistrados afines, acosar a otros y lograr una Sala IV “comprensiva”. Requerirían cortejar a magistrados y diputados, cambiar tácticamente el tono para deshacer el muro legislativo y judicial. Pero eso lleva tiempo y, en la práctica, es trabajar para que el próximo presidente (el “delfín”) la tenga más fácil. Sería, pues, trabajar para otro sin garantías de reciprocidad.

¿Hay otros escenarios? Sí, pero todos implican apretar el botón de “reiniciar”, sacrificar piezas del gabinete ya desgastadas y abrir alguna agenda de diálogo. O que las oposiciones cometan gruesos errores. Todas suposiciones. ¿Lo real? Que al presidente Chaves le quedan dos años y diez meses y que la política práctica es, ante todo, cosa de logros y mayorías.

vargascullell@icloud.com

El autor es sociólogo, director del Programa Estado de la Nación.