Abecé legislativo

Un factor decisivo es que el Ejecutivo se organice para manejar las relaciones en el Congreso con una agenda claramente definida

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Desde hace muchos años a los gobiernos no les resulta sencillo navegar en nuestras aguas políticas. Para empezar, Ejecutivos en franca minoría en la Asamblea Legislativa deben trabajar todos los días para construir mayorías a favor de sus iniciativas. Ello es cierto especialmente para este y el anterior gobierno, que cuentan con bancadas pequeñitas de apenas una sexta parte de los diputados y necesitan convencer a muchos más para aprobar cualquier cosa.

Si no tejen pacientemente alianzas, negocian con perseverancia y acomodan preocupaciones, el resultado será una previsible derrota, aun en asuntos de manifiesto interés nacional. Y, en esa tarea, cierto estoicismo es indispensable, pues deben lidiar con demandas, algunas razonables pero muchas no, para aprobar leyes que, a pesar de inevitables concesiones, alcancen algunos de los objetivos de política pública.

Morderse la lengua ante la pirotecnia, no entrar al trapo de las provocaciones, moderar el lenguaje confrontativo, negociar duro pero leal y respetuosamente (lo cortés no quita lo valiente) son elementos indispensables para un gobierno minoritario que quiera resultados. Debido a que la dulzura de carácter es material fácilmente combustible, mantener la disciplina de la tropa es vital para que las cosas no se descompongan y terminen en un barreal de acusaciones y con la agenda legislativa paralizada.

Un factor decisivo es que el Ejecutivo se organice para manejar las relaciones en el Congreso con una agenda claramente definida. Aquí es medular la figura de un ministerio de la Presidencia fuerte, en constante comunicación con las jefaturas de fracción y diputados claves, para sondear sensibilidades, resolver problemas, comunicar mensajes, ordenar la presencia de otros miembros del gabinete en la Asamblea y, no menos importante, coordinar con su propia bancada, pues no hay nada peor que el oficialismo emita mensajes desacompasados.

Nada de lo que he dicho aquí es alta filosofía ni juego de estratega político. Sencillamente, resumo el abecé de lo que conocen personas experimentadas en la política nacional. Parece una hoja de ruta sencilla, pero no lo es, y los costos de apartarse de ella pueden llegar a ser muy altos para un país en condiciones tan frágiles como el nuestro.

vargascullell@icloud.com

El autor es sociólogo, director del Programa Estado de la Nación.