¡Chamelo en la diligencia!

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Los vecinos de Naranjos Agrios de Tilarán y sus alrededores tuvimos la dicha de ver televisión desde mediados de los años 60.

Don Tito Calderón, el dueño de la hacienda La Argentina –donde se generaba electricidad con la fuerza del agua–, instaló una tele en el comisariato.

Todas las tardes y noches había numerosa clientela en el negocio, pero sábados y domingos eran verdaderos llenazos.

A mí me atraparon desde pequeño las películas del Viejo Oeste, tanto que aún las busco afanoso para disfrutarlas en soledad con verdadero deleite.

¿Cómo olvidarme de Colt 45, Bonanza, Caravana, Bat Masterson, Cheyenne, Duelo en Diablo... ?

El problema era que algunas las pasaban solo en las noches y, como el comisariato tenía cantina, el policía despachaba a los chiquillos a las 6 p. m.

Pero ante la ley surgía la trampa, y muchas veces aproveché que el agente estaba ido en la pantalla para colarme entre las bestias amarradas bajo el alero y terminar de ver mi película.

Un doble problema se presentó cuando comenzaron a pasar la serie mexicana El ojo de vidrio, con David Reynoso, los sábados a las 8 p. m.

Entonces debí arreglármelas para burlar tanto la vigilancia de mi mamá, doña Flora, en la casa, como la de Chepe , el policía, en el comisariato.

Siempre me gustaron los caballos manchados, como el que montaba Yoe Cartwright, en Bonanza, o los que a menudo llevaban los indios por las praderas, en Caravana.

Pues bien, sucedió que después del curso lectivo de 1965 viajamos desde Naranjos Agrios hasta Tibás, San José, donde vivía mi abuelo materno, para coger café en las fincas de los Tournón.

Fue un viaje terrible pues me descompuse en el camino.

La cazadora nos dejó quién sabe dónde en la capital, y teníamos que trasladarnos a la parada de buses de Tibás.

Para mi grande y emocionante sorpresa, hice el viaje por las vías josefinas en un carretón tirado por un caballo colorado con manchas blancas, como el del jefe indio Oso Gris, en Caravana.

Fue la realización total de Chamelo en pleno San José pues sentía que iba en la diligencia que llegaba a Tombstone, Arizona, en escenas de Colt 45.

¡Si lograra soñar hoy como aquel inocente niño...!