Cartas: Falta de seriedad en la CCSS

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Uno de los medicamentos que me recetan se agotó en Medicina Mixta y Empresarial de la Caja Costarricense de Seguro Social, por lo que debía llamar cada cierto tiempo para consultarles cuándo llegaban. De eso van a cumplirse ocho días, y aunque me dicen que ya los tienen, cuando voy por ellos alegan que ya no hay.

Deben hallar una solución al problema para no afectar la salud de quienes requerimos tratamientos, ya sea separar durante un período razonable lo solicitado por las personas que estamos esperando o referirnos a otras farmacias. Es una falta de consideración oír que sí hay un producto y al ir por él escuchar un “no hay” o un “esté llamando o viniendo para ver cuándo llega”.

Jorge Eduardo Sánchez Castro, Montes de Oca

Cuidacarros

Debería aprobarse algún tipo de legislación para regular la actividad de los supuestos cuidacarros. Digo supuestos porque en realidad terminan estafando a los dueños de los vehículos. Si ven que están dañando un auto, ni siquiera saben cómo se llama el dueño ni tienen forma de avisarle.

Los cuidacarros no se exponen y tampoco llaman a la Policía. Cobran un servicio que no brindan y hay que aguantar gritos, por ejemplo, del hombre que está de 6 p. m. a 2 a. m. en avenida primera, cerca de URBN Escalante. Según él, su trabajo consiste en ayudar a los conductores a parquear, y de ahí la gritería, como si los carros no contaran con un navegador que ayuda a los conductores a estacionar.

A pesar de las amenazas contra los vecinos que nos quejamos de sus escándalos, la policía no aparece por este lugar y, menos aún, la policía municipal. Es increíble que una vez más seamos los residentes quienes estemos a merced de un visitante y, tras de todo, problemático. Quisiera saber qué acciones legales se pueden tomar contra este señor.

Eugenia Soto Suárez, San José

Homicidios

Me causan profunda indignación las muertes de jóvenes con enorme potencial para darlo todo, pero es mayor la indignación al ver a los policías presentarse un par de días después en bicicleta para custodiar lugares que requieren protección durante todo el año. No es cuestión de escasez de personal, sino de valentía. Tristemente, los homicidas andan en la calle a causa de la justicia que prefiere no incomodarlos en las hacinadas cárceles, pues su bienestar es más importante que la vida de los muchachos.

Vera Cristina Varela Varela, San Pedro

Migrantes de Navidad

Entre Nazaret y Belén hay unos 150 kilómetros y una diferencia de elevación de 430 metros sobre el nivel del mar. Caminando y tirando de un burro se tardaban unos cinco días en recorrer la distancia cuando José realizó el viaje con María embarazada.

José tuvo que ir a empadronarse a su ciudad natal, Belén, por orden del emperador romano César Augusto. El camino, en su mayoría, fue cuesta arriba, por una ruta sinuosa, árida y desolada. Debió ser muy difícil para ella lidiar con su barriga y las incomodidades de un parto ya muy cercano. Dormían posiblemente a la intemperie y contaban con pocos alimentos y agua. Llegaron a Belén y no encontraron alojamiento, solamente un maloliente y frío establo. Allí, exhausta por el viaje, sin higiene ni confort, dio a luz.

La pareja fue luego a Jerusalén, a cumplir los preceptos judíos de presentación de los primogénitos en el templo. Estando allí, el ángel volvió a hablar con José en sueños para ordenarle que se levantara y huyera a Egipto porque el rey Herodes quería matar al bebé. Comenzaron un largo viaje como muchos migrantes que vemos hoy en nuestras calles y la televisión (venezolanos, haitianos, africanos, sirios, ucranianos y muchos más). Posiblemente, alguna gente los vio pasar, un hombre mayor jalando un burro con una joven y un bebé, migrantes que pasan en el horizonte. Solamente que esa vez la joven migrante era diferente, llevaba en sus brazos al hijo de Dios.

Rubén Alberto Ortiz Vega, San José

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