Cartas a la Columna

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Viaje cancelado

Agencia incumplió con paquete turístico

Contraté con Viajes Alaléa en agosto del año anterior un viaje para cinco personas a Punta Cana, República Dominicana, para la Semana Santa de este año, pero unos días antes de la fecha del viaje cancelaron sin dar explicaciones. Luego, por escrito, se comprometieron a devolverme el dinero el 30 de mayo, cosa que no sucedió.

Consulté a la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) y me dijeron que desde marzo tienen varias quejas de esta agencia por incumplimiento, lo que me produce mucha preocupación, ya que es mucho el dinero que pagué por ese paquete turístico. Espero una respuesta de la agencia de viajes.

Merlyn Jara González

Heredia

Calles cerradas

Quienes construyen edificios de apartamentos en los alrededores del Parque del Café, en Rohrmoser, han tomado por costumbre cerrar las calles mientras realizan obras para las cuales necesitan colocar material en las aceras, e incluso en la misma carretera.

No son pocas las veces en que me ha tocado devolverme y buscar una ruta alterna para llegar a Plaza Mayor. Precisamente, el viernes anterior, dos vías estaban cerradas.

También es frecuente que coloquen conos, y esto nos deja a los conductores con menos espacio para conducir.

Harían bien las empresas en tomar en consideración a quienes nos desplazamos por esta zona. Hasta donde sé, no pueden hacer esto, pues la calle es pública y de ningún modo deben contribuir a crear más caos vial.

María Morales Umaña

Rohrmoser

Decisión equivocada

La Nación publicó este viernes una fotografía que podría formar parte del museo del sarcasmo y la irresponsabilidad. Se trata de varios diputados reunidos en una comisión legislativa con potestad plena que aprobaron en primer debate una reforma que beneficia a un grupo de docentes en detrimento del erario y del régimen de pensiones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Como sucede con el resto de regímenes de pensiones, lo tendremos que pagar los costarricenses.

Los votos afirmativos pertenecen a diputados de todas las fracciones, porque hasta una legisladora de gobierno se sumó al desaguisado, que responde a intereses gremiales y quizá de otra índole. La fotografía muestra que lo hacen con una tranquilidad pasmosa, hasta una sonrisa se les dibujaba.

Los que sí deben de estar apenados son los electores que votaron por ellos. Esperamos que, si no son capaces de recapacitar e insisten en aprobarlo en segundo debate, el presidente de la República ejerza su derecho al veto sobre esta reforma tan vergonzosa.

Gustavo Elizondo Fallas

Santa María de Dota

Tiempo electoral

El tiempo pasa, los países se modernizan y aquí parece que nada sucede. Este gobierno está por terminar y se perderán otros cuatro años sin que se avance en alguna reforma electoral que nos permita elegir de manera directa a los diputados, no como se hace ahora, donde cada partido político propone una lista y los electores votan por ese listado, no por el candidato de su elección. Así, si usted cree que está votando por su candidato, que está en segundo o tercer lugar de la lista de su provincia –por ejemplo–, en realidad está haciéndolo por el primer lugar, al que a lo mejor ni siquiera conoce y no siente que lo representa. Pero los partidos políticos y el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) tienen miedo a perder el control y se niegan a darle la potestad al ciudadano para que decida a quién quiere llevar democráticamente a la Asamblea Legislativa.

Otra oportunidad perdida es el voto electrónico. En nuestro país, en cada votación, se hace una altísima inversión en transporte para que los ciudadanos puedan ir a votar. El día de las elecciones hay miles de carros contratados para trasladar de las casas a los centros de votación, y viceversa, a los electores. Ese día se queman miles de litros de combustibles, se pagan miles de horas hombre, se contamina, se produce clientelismo y se gastan cientos o miles de millones de colones que los contribuyentes pagamos. Es probable que con un sistema de voto electrónico se recupere la inversión en una o dos elecciones en que no se gaste en transporte. Puede que haya resistencia de los partidos, apatía del TSE y boicot de los empresarios de transporte –quienes tienen en sus flotas de buses y carros una enorme influencia en los candidatos–, pero los beneficios para la democracia, desde costos hasta reducción del abstencionismo, valen la pena.

María Salazar Céspedes

Rohrmoser