Cartas a la columna: Ver para creer

Mostrar casos autóctonos

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Solo nos muestran el signo de número (almohadilla) y nos dicen que nos lavemos las manos. ¿Cómo pretenden crear conciencia mediante una campaña así? Muéstrennos imágenes de gente internada, intubada, de cómo sufren.

Tal vez si vemos a la gente recuperada, cuyos pulmones quedaron afectados, despertemos. Gente de este país, casos autóctonos, no de Ecuador ni de Estados Unidos. Los eventos lejanos no generan el nivel de conciencia requerido. Ver para creer, es una máxima en mercadotecnia. Que alguien le dé forma mercadológica a las aburridas conferencias de prensa.

Glen Rodríguez Solís, Santo Domingo de Heredia

Coger café

En La Nación de este martes 7 de julio se publicó un artículo donde textualmente dice: “Icafé y Trabajo logran buena respuesta de mano de obra”.

Se refiere al acopio de mano de obra para recolectar el café. Dos hechos relevantes se destacan en este artículo: hay 28.000 inscritos y, de ellos, solo un 11 % son extranjeros. La conclusión es relevante; hay costarricenses desempleados interesados en ir a la recolección.

Lamentablemente, y como todo lo estatal, el papel del gobierno y del Icafé es a medias. En primer lugar, se necesitan 85.000 personas; en segundo lugar, su papel es solo de enlace entre los productores y el interesado, es decir, al agricultor le toca llamar a los recolectores y coordinar la llegada a la finca.

No quieren moverse de sus escritorios o de sus casas (en caso de estar en la modalidad de teletrabajo). Por qué no situar a los recolectores en las fincas. Hay una gran flotilla de autobuses y microbuses de transporte de estudiantes sin trabajo.

Hagamos el censo, zonifiquemos el país y que el gobierno, con el presupuesto que no está pagando por transporte de estudiantes, costee los traslados, muy bien planificados y con todas las medidas de seguridad (toma de temperatura, pruebas aleatorias, condiciones sanitarias extremas, etc.). Mataríamos tres pájaros con una piedra: coadyuvamos a la solución del desempleo (aunque sea temporal), a que los productores no pierdan su cosecha y a los transportistas que tienen sus camiones sin uso. Si esto no contribuye a la reactivación económica, no sé, entonces, con qué.

Juan Carlos Díaz Solís, San José

Dos buenos artículos

La coincidencia de pareceres es agradable, y cuando ocurre por partida doble lo es aún más. Como mujer, no puedo menos que aplaudir el artículo de Christian Hess Araya, “Les habla su capitana”, y como profesora pensionada de la Universidad de Costa Rica (UCR) comparto el clamor de Luis F. Arias Acuña en su artículo “La centralización universitaria”, ambos del 6 de julio.

Cosa más absurda, desleal y profundamente ofensiva para la mujer (y para el hombre) que el concepto de “paridad”: hay seis puestos de lo que sea, tres para los hombres y tres para las mujeres, sin importar los atributos de los candidatos nos darán el trabajo para llenar una cuota porque cierto acuerdo o ley así lo indica. ¿Dónde están las famosas mujeres empoderadas que toleran tan denigrante situación?

Equidad es lo que pedimos, exigimos, necesitamos… no lo otro. Esto me recuerda a un millonario de los años setenta que desafiaba a jugadoras de tenis de la categoría de Billie Jean King o Martina Navratilova, pero dándoles ventaja por su condición femenina.

Todavía puedo sentir la cólera que semejante burla me proporcionaba, la misma que me causa hoy la “paridad”.

Y en cuanto a la prometida descentralización universitaria, tan cacareada por años en tiempo de elecciones, y tan reducida a nada (o casi) una vez pasada la euforia del momento. Lean atentamente el artículo del Prof. Arias; cada palabra es cierta, dolorosamente cierta.

La centralización es injusta, partidista, alcahueta y, además, ridícula. En un país tan pequeño como el nuestro, una justa repartición de sedes, con sus correspondientes carreras, afines a la zona, es algo totalmente plausible y deseable. Mi felicitación a ambos articulistas.

Anne-Marie Gabarain-Dubois, San Isidro de Coronado

Mal negocio

Cuando se desató la emergencia de la covid-19, pedí la prórroga para los pagos al Banco Popular durante tres meses. Sin embargo, lo que esperaba fuera un alivio económico, se convirtió en una pesadilla, pues el Banco ha hecho los rebajos, incluso el de junio por un monto mayor. Ahora me dicen que no van a devolverme el dinero hasta finales de julio.

Ana A. Guevara Marín, San José