Juan Manuel Delgado: el tico que pintó al Papa Francisco y a Keylor Navas superó dura enfermedad

Juan Manuel Delgado es un pintor costarricense que decidió contar su testimonio y demostrar que todo es posible, con la esperanza de que su historia pueda servir de inspiración para otras personas

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El concepto de que todo es posible es algo que el pintor costarricense Juan Manuel Delgado plasma en el lienzo, pero también en la realidad. Con su historia, el artista pretende inspirar a cualquier persona que atraviese momentos duros.

Su mensaje es que siempre hay una luz. Nadie tiene que decírselo, porque lo traza con el pincel, pero también lo manifiesta con su testimonio, al superar una dura enfermedad.

Juan Manuel Delgado atesora momentos inolvidables, como cuando le entregó un retrato al Papa Francisco en la plaza de San Pedro, en Roma, el 9 de octubre de 2013; o el 28 de marzo de 2016, al conocer a Keylor Navas en el Proyecto Gol y darle una obra que impresionó al guardameta.

Siempre fue admirador del arquero, así que buscó cómo contactarlo y entregarle la pintura. Fue difícil, porque en ese tiempo él estaba en el Real Madrid y no había más restricciones. Al final, se logró.

Recordó que esta misión implicó un proceso largo, porque tenía que buscar una foto que representara lo que él quería pintar en su imagen. Tenía en mente que fuera con el uniforme de Costa Rica.

Eso significaba pedirle permiso al fotógrafo que captó esa imagen y eso duró varios meses. También gestionó la autorización con las marcas por los logotipos que aparecen en la camisa, al tiempo que requería que el propio Keylor Navas diera su aval.

La obra tiene un proceso, que se inicia con preparar la tela, el material que está usando, hacer el boceto y empezar a pintar. Al terminar esa etapa, el retrato debe secar secar barnizarlo y enmarcarlo. Es un proceso largo.

“Fue muy bonito, porque fue un momento en el que él estaba en lo más alto al ganar la Champions League y ser jugador del Real Madrid. Hubo un intercambio de palabras de agradecimiento por el retrato que significó mucho para mí, recibir ese reconocimiento de alguien de su talla, fue gratificante para seguir en ese paso como retratista y fue un recordatorio de que mi trabajo puede tocar e inspirar a otros”, expresó Juan Manuel Delgado.

Añadió que fue bonito poder conversar con él y que como le entregó el retrato ahí, otros jugadores después empezaron a acercarse para ver qué estaba pasando, como Bryan Ruiz.

“A pesar de su apretada agenda como portero profesional, se tomó el tiempo para hablar conmigo y expresarme su gratitud por la obra de arte. Fue un momento muy inspirador para mí, porque siempre he admirado a Keylor como jugador y como representante de nuestro país.

”El comportamiento amable y la gratitud genuina de Navas me dejaron una impresión duradera. Demostró ser no sólo un atleta talentoso y hábil, sino también una persona humilde. Es reconfortante saber que alguien que ha logrado tanto reconoce y valora los esfuerzos de los demás”.

Veían más sueños por cumplir y obras por pintar, pero la vida de Juan Manuel Delgado dio un giro cuando lo atacó una enfermedad que no le permitía moverse. No podía estirar el brazo para pintar, ni podía caminar.

“Fue muy duro porque empezó de la nada en 2019, alrededor de junio o julio empecé a sentir un dolor muy fuerte y no podía levantarme de la cama y me empezó a progresar muy rápido. Recuerdo que el hombro no lo podía estirar, mis rodillas se inflamaron mucho, prácticamente todas las articulaciones del cuerpo las tenía afectadas. No podía levantar el brazo izquierdo para pintar y yo empecé a visitar a los reumatólogos y me dijeron que mis chances de poder caminar eran pocos”.

Tenía espondilitis anquilosante, un tipo de artritis que causa inflamación en ciertas partes de la columna vertebral. Con el tiempo, esa inflamación en las articulaciones y los tejidos de la columna puede causar rigidez.

El pintor buscó una forma alternativa de curarse y se fue a China, justo antes de que empezara la pandemia. Estuvo allá tres años.

“Ahí encontré la medicina tradicional china, té de hierbas y la acupuntura para ir sanando. No digo que eso fue la cura, sino que fue una ayuda menos invasiva, porque los medicamentos que me estaba tomando, eran muy fuertes”.

Veía avances significativos, porque cada día podía empujar la silla de ruedas un poco más y aprendió a caminar nuevamente en una piscina. Todo fue un proceso muy lento, pero después de año y medio en China, Juan Manuel Delgado ya tenía una vida normal nuevamente.

“Fueron situaciones duras, pero el poder de la mente es muy importante. Si uno cree que algo es posible, así va a ser. Aunque tenía esa mala noticia, nunca tuve miedo de enfrentarlo y que podía curarme, a pesar de que muchos doctores me dijeron que no y por eso quise dar testimonio aquí en Costa Rica para ayudar a quienes tienen esa enfermedad o incluso otras que son peores, pero todo está en la mente y todo es posible”.

Después de la enfermedad, con más de un año de no pintar, lo primero que hizo fue un autorretrato desde la cama, porque aún no podía caminar.

Con la mano izquierda se sostenía la derecha para ir pintándose poco a poco. Usó de referencia una fotografía de cuando tenía 21 años, que la primera que se tomó cuando quiso dedicarse a la pintura.

“Es muy simbólica para mí. Después de eso empecé a pintar familiares, como a mi abuelo, Rodolfo Méndez Mata. Personas más cercanas para seguir ese acercamiento y hacer algo muy personal e ir retomando la técnica que es muy difícil, pero algo que era para mí. Fui haciendo otras cosas como antes”.

Juan Manuel Delgado: una vida entre el arte y el deporte

“Yo nací en Costa Rica, pero me fui a Canadá cuando tenía tres años y me quedé allá hasta terminar la universidad, porque estudié Arquitectura. Desde los doce o trece años trabajé con Peter Schwartzman, que me enseñó las técnicas y desde entonces me enamoré del arte en general, más que todo de la pintura”, relató Juan Manuel Delgado.

Su escuela fue muy artística, porque casi nunca usaban la computadora. Fue un enfoque muy hacia el hacer dibujo, que es la base de la pintura. Y eso le ayudó mucho.

Al terminar sus estudios regresó a Costa Rica y se dedicó totalmente a la pintura; pero su vida también ha estado muy ligada al deporte.

“Jugando tenis me iba muy bien, pero jugué otros deportes también. Estaba en el equipo de baloncesto en Canadá en mi escuela, en voleibol, jugaba un poco de fútbol, tengo cinta negra en Kung-fu.

”Canadá en ese tiempo no era muy fuerte en tenis, ahora sí y logré jugar muchos torneos internacionales y es un deporte muy bonito. Ya no lo puedo jugar porque mi cadera no está para eso con todo lo que pasé (ríe…). Sí puedo jugar, pero no competir lamentablemente”, destacó.

Dijo que en Costa Rica mucha gente ve el arte como un pasatiempo, pero en realidad es una profesión. Quizás algunos no lo ven como algo serio, pero en su caso, él dedica entre ocho y diez horas todos los días para ir mejorando y crecer en su trabajo.

Aunque en el país el apoyo al arte es poco, él quiere rescatar esa cultura tan importante, más que nada en el arte figuritavo que deja una historia, una huella.

“Aquí en Costa Rica hay mucho talento, sobra talento siendo un país tan pequeño, pero si a las personas no les dan oportunidades, es muy difícil lograrlo. Yo era jugador de tenis, que es un deporte muy caro, igual que el arte es caro, porque hay que comprar los materiales, cuando uno expone el transporte. Nadie te va a patrocinar en el arte, es más difícil, es un sacrificio que uno hace para representar al país”, mencionó.

Aparte de pintar al Papa Francisco y a Keylor Navas, otra obra muy significativa para él fue la del Rey Simeón II de Bulgaria.

“Es un cuadro muy importante porque yo me convertí en uno de los artistas más jóvenes en la historia en haber pintado un retrato oficial de un rey, solo después de Diego Velázquez, cuando pintó por primera vez al rey Felipe IV en 1623 a la edad de 24 años. También pinté a Franklin Chang, a varios expresidentes de la República como Laura Chinchilla, Óscar Arias y Juan Rafael Mora Porras”, recordó.

El artista costarricense es un embajador del ideal de que todo es posible. Así lo seguirá plasmando en sus obras.