‘Una cosa es hablar de dengue; otra, es vivirlo’

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ciudad Quesada, San Carlos. Haber padecido dengue clásico hace tres meses es para Sergio Salas la experiencia más dolorosa y amarga en sus 54 años de vida.

Este productor de radio y televisión, vecino de Ciudad Quesada, dice que preferiría ni siquiera acordarse de los muy intensos dolores de cuerpo que sufrió durante la etapa más crítica de la enfermedad, cuando hasta llegó a pensar que podía morir.

“Una cosa es contar lo vivido y otra haberla sentido, ya que nunca antes me había sentido tan mal de salud”, afirma el también cantante de música popular.

“Gracias a Dios y a los médicos, superé el mal, pero hoy vivo con el permanente temor a padecer dengue hemorrágico, que es mucho peor que el clásico y puede matar a un ser humano”, revela Salas.

En un tope. Salas explica que su calvario se inició tres días después de haber participado en un tope y desfile de boyeros en la comunidad de Pital. Asegura que fue allí donde lo picó el zancudo Aedes aegypti .

Al principio creyó que se trataba de gripe, pues le dolía un poco el cuerpo y se sentía decaído.

Detalla que 72 horas después, le empezó una diarrea, seguida de un fuerte dolor de cabeza que se le extendió a los ojos, al mismo tiempo que los dolores de cuerpo aumentaron en intensidad y, finalmente, llegó el sarpullido rojo en la piel.

Fue entonces cuando decidió ir al médico y allí supo que tenía dengue. Tuvo que guardar reposo.

“Estando en casa me sentí peor. No podía pararme para ir al baño porque estaba muy débil y sudaba copiosamente. Me asusté de pensar que se me podía complicar y acabar mal”, relató.

Sergio no duda en admitir que el dengue le cambió su ritmo de vida.

“Dejé de ir a pescar, que tanto me gusta. No estoy yendo al campo y evito pasar cerca de lecherías y de sitios donde pueda haber aguas estancadas. A la calle no salgo si antes no me pongo repelente y en la casa estoy pendiente de que no haya basura y recipientes donde se puedan desarrollar criaderos del mosquito”, comentó.

Agrega que aprovecha sus espacios en radio y televisión para insistirle a la gente en la importancia de acatar las recomendaciones de las autoridades de salud.