Habitar casas en mal estado puede acortar la vida hasta en cinco años

Daños en viviendas y condiciones de hacinamiento generan estrés, insomnio, enfermedades y condicionan la socialización. Incluso pueden afectar el desarrollo de los bebés

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Quienes viven en casas en mal estado y en hacinamiento pasan congojas diarias por el calor, la lluvia y las dificultades de convivencia. Sin embargo, las consecuencias van más allá.

Estas condiciones podrían reducir la expectativa de vida hasta en cinco años, pues quienes las soportan están más expuestos a enfermedades infecciosas y crónicas, y al deterioro de la salud mental. Estas circunstancias, pueden incidir negativamente en el desarrollo físico, social y cognitivo de los más pequeños e incrementar el riesgo de violencia intrafamiliar y abuso infantil.

Con base en estudios del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el último informe Balance de la Situación de Vivienda en Costa Rica señala que quienes viven en los barrios más acomodados de San José pueden llegar a tener una expectativa de vida de hasta 79,7 años, mientras que los habitantes de las zonas más pobres, 74 años; son hasta 5 años menos por afectaciones relacionadas con el estado de su casa y su entorno.

El análisis elaborado por el programa de posgrado de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica, la Fundación Gestionando Hábitat y el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA) reveló que en el país hay 136.850 casas en mal estado y 15.882 familias hacinadas; otras 11.400 carecen del todo de un techo digno.

De acuerdo con el documento, uno de los estudios citados concluyó que solo contar con piso de concreto conduce a una reducción del 78% en infecciones parasitarias; las diarreas en niños se presentan 49% menos y las anemias infantiles se ven disminuidas en un 81%. Además, señala, existe una mejora del 36% al 96% en el desarrollo cognitivo.

Situaciones de hacinamiento, techos con goteras o paredes de cinc también inciden en el deterioro de la calidad de vida.

La experiencia la vive a diario María Mercedes Flores Martín, quien vive con su esposo y cuatro hijos en una casa hecha con láminas de cinc en Los Diques de Cartago. Según dice, le han ido haciendo algunas mejoras con esfuerzo y sacrificio de todos, pero son inevitables la angustia por la falta de espacio y la congoja por los malos olores de las aguas no tratadas.

Cerca de ahí, en el precario Cristo Rey, en Ochomogo, Claudia Patricia Maltéz Antón vive en una casa de un solo aposento junto a dos hijas de 15 y 6 años, y su pareja.

Las dos menores padecen de rinitis crónica, que se agrava con el frío de las tardes y del que poco las protegen las paredes de cinc y plywood, así como el techo sin cielorraso.

Los que cuentan estas familias son algunos de decenas de padecimientos que se originan o se agravan por el estado de sus casas.

“Al final, la vivienda termina siendo el medio desde donde la familia se relaciona con el entorno y con el resto de las condiciones; entonces la vivienda constituye un instrumento que facilita que se den esas funciones biológicas, psicológicas y sociales, elementales en las diferentes partes de la vida de las personas, en la dimensión económica y cultural, ambiental y de salud”, expresó Enrique Montero, uno de los investigadores del informe, quien labora desde hace más de 25 años en Hábitat para la Humanidad.

Desde el gateo

Los efectos de ese entorno difícil se inician desde los primeros meses de vida, en actividades tan básicas pero de suma importancia para el desarrollo, como es el gateo.

Sin embargo, en viviendas donde el piso es de tierra, es común que las madres eviten que los bebés gateen para no exponerlos a enfermedades y a la contaminación propia de ese tipo de material, explicó Minor Rodríguez, presidente de la Fundación Gestionando Hábitat.

Esa decisión obligada por el propio estado de la vivienda, impide que los pequeños generen habilidades físicas, motoras y psíquicas que se asocian con el sencillo hecho de arrastrarse y experimentar en su entorno durante los primeros meses de vida.

El desarrollo cognitivo puede verse impactado solo por el gateo hasta en un 69%, afirmó Rodríguez con base en los estudios.

Durante la infancia, se pueden presentar otros obstáculos para el aprendizaje, como la falta de un espacio con iluminación y ventilación adecuada y la privacidad para realizar tareas, pues muchos niños deben hacer sus deberes en el mismo cuarto donde duermen con varios miembros de la familia o áreas comunes donde también es difícil encontrar silencio.

Incluso, dijeron los investigadores, las tareas grupales quedan descartadas para muchos niños y adolescentes, quienes se ven cohibidos por la vivienda donde habitan y evitan realizar este tipo de interacciones con sus compañeros porque les da vergüenza.

Enfermedades

“Todo el sector vivienda debería estar directamente involucrado con el sector salud y la prevención de la salud, no se puede aspirar a tener gente sana viviendo en condiciones insanas”, aseveró el epidemiólogo Juan José Romero.

Su afirmación se basa en la experiencia, pues, como explicó, aparte de considerar las enfermedades transmitidas de forma respiratoria que representan uno de los factores de mayor riesgo por su alto contagio, existen otras de tipo vectorial como el dengue, malaria, zika o chikunguña, cuyos mosquitos transmisores encuentran en paredes con huecos o grietas un espacio perfecto para ingresar a las viviendas.

Depósitos de leña, madera vieja o presencia de animales domésticos pueden favorecer la reproducción de chinches que transmiten la enfermedad de chagas, mientras que los pisos de tierra se convierten en el espacio óptimo para la anidación de pulgas y otros parásitos.

Por su parte, Yeini Mora trabajadora social del Área de Salud de San Pablo de Heredia, administrada por Coopesiba, destacó otros componentes, como la prevalencia en tratamientos y los traslados a los centros de salud, los cuales también representan diferencias entre las personas que viven en las zonas más vulnerables, y que están asociadas directamente, no solo con la distancia del centro médico, sino con la situación financiera de los miembros de esa familia.

Según una investigación desarrollada por el BID, más del 50% de la condición de salud de una persona lo define el entorno, es decir, las condiciones físicas y socioeconómicas del lugar donde habita. Solo un 20% de la condición de salud depende del comportamiento (hacer deporte, comer sano, dormir bien, etc.); del 10% al 12% se relaciona con tener una atención médica adecuada, y solo un 10% es afectada directamente por la genética.

El informe, basado en estudios científicos, también destaca la importancia de contar con áreas recreativas por los beneficios que ofrecen para la salud mental, condición física, socialización y la salud en general.

Una encuesta aplicada por el Balance de Vivienda a un grupo de recientes beneficiarios de soluciones habitacionales, muestran la diferencia que hizo esa ayuda en su vida.

La consulta reveló que las personas que pasaron de vivir en asentamientos informales a viviendas de interés social dijeron haber percibido mejoras en condiciones de ventilación, luz natural, humedad y acceso a las áreas de recreación.

Uno de los cambios más significativos se dio en el estrés, que se encontraba presente en el 77% de la totalidad de las personas encuestadas cuando habitaban en asentamientos informales y que actualmente ha disminuido a un 27%. Además, hubo una baja del 40% de personas que padecen de alergias, mientras que el insomnio disminuyó en un 30% de los casos.

Los cambios se ven reflejados en todos los aspectos, comenzando porque ya no sufren la ansiedad o preocupación de saber que tienen que pagar un alquiler ni la incertidumbre de no saber dónde vivirán el siguiente mes, dijo Maricé Miranda, socióloga que participó en la elaboración del Balance.

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Bonos de vivienda

Al hacer referencia al déficit habitacional, el Balance de Vivienda incluyó como uno de los componentes que engrosan estas cifras el hacinamiento, el cual se presenta en aquellos hogares donde habitan más de tres personas por dormitorio.

Esa situación, la viven más de 15.000 familias, aunque el análisis estima que ese dato puede estar desactualizado y advierte de que el parámetro que lo determina debería revisarse.

El informe agrega que el hacinamiento además de impactar directamente en el derecho a la privacidad de los miembros del núcleo familiar, contribuye a propagar enfermedades, eleva riesgos de abuso sexual y violencia intrafamiliar.

A criterio de los expertos, una de las principales recomendaciones para hacer frente al impacto que estas condiciones generan en la salud pública, debe ser restituir los recursos que por ley corresponden al Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi), los cuales han venido decreciendo en los últimos tres años.

Esa medida implicó que más de 3.000 familias se quedaran sin una opción de vivienda en este el último año.

Asimismo, apuntan a la necesidad de crear más bonos colectivos e incluso regresar a la modalidad donde los beneficiarios devuelven el bono mediante una cuota muy baja y a 0% de interés de modo que los recursos puedan ser reutilizados e incrementar la cobertura.

Ante ese llamado, el Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos (Mivah) aseguró estar “comprometido en abordar de manera integral la situación de los Bonos Familiares de Vivienda (BFV) y su impacto en la salud de las personas”, aunque aclaró que la colocación de bonos es una tarea directa del Banhvi.

Al responder consultas de La Nación, el Mivah señaló que como ente rector en esta materia realiza “esfuerzos constantes para identificar y orientar fuentes alternativas de financiamiento, las cuales permitan alimentar los distintos programas de vivienda”. La meta, dijo, es alcanzar 14.634 bonos para poblaciones de ingresos medios en este gobierno.

No obstante, considera que para disminuir el déficit habitacional, tanto cualitativo como cuantitativo, se debe innovar el Sistema Financiero Nacional para la Vivienda y crear productos y políticas que den cobertura a sectores de la población que históricamente han quedado fuera del sistema.

En relación con los problemas de salud por las malas condiciones de las casas, dijo que para prevenirlos velan porque los proyectos habitacionales “cumplan con todas las condiciones de acceso a servicios básicos como el agua potable, electricidad, alcantarillado sanitario, transporte público, educación y oportunidades para la población”.