Vendedor de premio de consolación: ‘Un señor vino y dijo que ese era el mayor y se llevó un entero porque no le alcanzaba para los dos’

Mauricio Coto Cubillo cuenta que ese comprador le recomendó dejarse un pedacito, pero al final vendió el otro billete del 46 con la serie 400, pero repartido

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Mauricio Coto Cubillo retiró dos enteros del 46 con la serie 400 y así llevó fortuna a Cartago.

Uno de los billetes se quedó en manos de un solo comprador, que la noche del domingo se convirtió en el ganador de ¢400 millones. Pudo ser más, pero en aquel momento no llevaba el dinero suficiente para pagar los gemelos.

“De estos dos enteros pegaron varias personas. Un señor vino y me dijo que ese era el mayor y se llevó un entero porque no le alcanzaba para los dos y me dijo que me dejara aunque fuera uno, pero por ventas lo tuve que vender... si uno supiera el que va a salir me dejo el otro entero, pero yo ocupaba vender toda la lotería”, reflexionó el vendedor con nueve años de estar en este oficio.

El otro billete, relató, se fue más repartido. Una persona se llevó medio entero (cinco fracciones) y otros cinco pedacitos se fueron tapados.

“Recuerdo quién era el señor que llevó el entero porque vino muy alegre a comprarlo, cuando lo vio. A los otros no los recuerdo bien, ninguno ha venido hasta el momento aquí para decirme que fue uno de los ganadores, pero si alguno viene y me reconoce alguito, lo utilizaría para pagar la pensión de mi hija y el alquiler de mi casa”, comentó.

Todo se vendió en las afueras del Mercado Municipal cartaginés, donde labora este vecino de Guadalupe, en la Vieja Metrópoli.

“Yo voy a la cooperativa Coopelot en San José y nos dan el gemelito de lotería en todos los sorteos para que nosotros podamos venderlo, y venderlo al precio, que consiste en que por ejemplo si yo me enfermara, ellos me reintegran el 45% de mi ganancia que salen de las ventas de todos los vendedores que tienen un enfermo. Yo soy adjudicatario y pago mi cuota de la lotería y trabajo con esa cooperativa”, narró el chancero.

El año pasado, recordó, vendió el 58 con un premio de ¢36 millones, el segundo en importancia en aquel momento. Cree que fue en abril y también lo colocó a gente que compra en los alrededores del mercado.

“Esto de que los premios mayores del Gordo y de Consolación hayan quedado en Cartago es pura suerte y son como rachas”, comentó, pues también allá hubo varios millonarios con el 66 y la serie 305 del Gordo navideño.

La venta para el último sorteo de consolación, que se juega el 27 de diciembre, se ha estado moviendo, narra Coto. Sin embargo, la gente siempre busca los números bajos y dejan los altos, pues parecen olvidar que cualquiera puede salir.

“El 30 y el 29 lo buscan por La Liga (Deportiva Alajuelense) y el 27 por la fecha del sorteo”, dijo.