Vecinos de barrios cartagineses dependen del agua llovida

Camiones cisterna no bastan para llevar agua a las cuatro comunidades a secas

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Lejos de renegar de los aguaceros de los últimos días, miles de habitantes de barrios cartagineses agradecen cada gota de lluvia.

La mayoría saca al patio cuanta palangana encuentra, porque el agua potable que recibe de camiones cisterna resulta insuficiente para satisfacer sus necesidades.

Esta situación es la que viven desde hace 14 días, unos 5.000 pobladores de Ochomogo, Loyola, Pedregal y Quircot, del distrito San Nicolás, quienes deben ingeniárselas para recibir el líquido.

El problema surgió a raíz de un deslizamiento que rompió la tubería en el Alto de Ochomogo y, aunque la Municipalidad de Cartago trabajó en la reparación, dos aludes más la destruyeron por completo en los días que siguieron.

Paulina Ramírez, vicealcaldesa de Cartago, manifestó ayer que el suministro de agua potable volverá a la normalidad este domingo.

Según dijo, ya está lista una nueva tubería subterránea que empezará a funcionar luego de llenar los respectivos tanques y redes.

“Esperamos poder brindar un servicio garantizado a partir del fin de semana ”, expresó.

Indignados. “¡Qué va! Dicen que mañana, que mañana y eso se va a punta de mañana y ¡qué va! ”, reclamó Marco Tulio Masís, un comerciante de 57 años que vive solo, en una pequeña casa en Loyola.

“Aquí cuando llueve, yo junto agua. Ya para cuando pasa el camión, si acaso una vez al día, es para hacer el cafecillo”, comentó Masís.

Una situación similar es la que vive Noely Quirós, de 25 años, quien aseguró que, como única opción, hierve y cuela el agua de lluvia antes de dársela a sus sobrinos.

A la lista de afectados se suman 247 estudiantes de la Escuela Carlos Monge Alfaro en Ochomogo, pues no reciben su almuerzo acostumbrado desde hace 14 días. Pese a eso, no se les justifica que falten.

“Hay que darles almuerzo completo, pero lo que estamos haciendo es darles merienda: un fresco con una galleta o cereal con leche, sí, como almuerzo”, dijo angustiada Rosalía Solano, directora del centro.

Suerte. Desde el 13 de octubre, la tubería en el Alto de Ochomogo sufrió tres veces el mismo problema.

Ramírez explicó que la causa es un terreno en una finca privada, de 40 m de longitud y 7 m de alto, que se desprende poco a poco y no hay forma de impedirlo.

La tubería provisional que servía para abastecer de agua a algunos pocos colapsó con el último alud, el martes a las 3:20 p.m.

“Estábamos alternando sectores, unas horas de agua por sector, pero ayer eso se suspendió y ahora el servicio es solo por cisterna”, explicó la vicealcaldesa.

Sin embargo, desde el primer deslizamiento se buscó una solución permanente: una red de tubería subterránea que no sufriría daño alguno por caídas de tierra.

Ese nuevo ducto está listo desde el martes, pero hacían falta ocho codos para interconectarlo.

Las estructuras de acero llegaron ayer cerca del mediodía, y según Óscar Fernández, subdirector de Acueductos de la Municipalidad, la obra quedaría lista.