Turrialba urge cambiar edificios de 70 y 85 años

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

---

Turrialba. Calificado como otro de los centros de salud “regulares” en infraestructura, el Hospital William Allen, en Turrialba, también tiene su lista de asuntos por atender.

Este hospital de la provincia de Cartago es el más próximo a los centros de Guápiles y Limón, por lo que ante cualquier situación de emergencia en esa zona, le corresponde ofrecer apoyo.

Aunque en este cantón cartaginés existe un plan avanzado para la construcción de un nuevo centro médico en un terreno que donó uno de sus pobladores, este proyecto no vería la luz hasta los años 2017 o 2018.

Mientras no se concrete ese “sueño”, como lo llaman los turrialbeños, se deberá lidiar con los actuales edificios.

Uno de ellos fue construido en 1927 (85 años de antiguedad) y el otro, en 1943 (casi 70 años).

Son, precisamente, esas estructuras las que requieren pintura en paredes, pues se ven desgastadas. También urge cambiar al menos el sistema de aguas residuales, pues muchas de las tuberías son de alcarraza (arcilla).

Olga Álvarez Desanti, directora del Hospital, manifestó que hay un importante rezago en cuanto a equipo médico, pues la mayoría ya cumplió su vida útil.

Mientras tanto, Carlos Meza, jefe de Mantenimiento, señaló que el William Allen debe mejorar su Consulta Externa.

El funcionario explicó que en época de lluvias el principal problema son las filtraciones, las cuales se dan en distintos puntos del centro médico.

Otra de las debilidades del hospital turrialbeño es que los dos edificios que lo conforman están separados por una calle pública, por lo que no hay un estricto control de ingreso a las instalaciones. Colaboró Luis Edo. Díaz