“Yo no me imaginaba así, yo quería estudiar y sacar una carrera, pero el destino dio vueltas”.
Esas palabras son de Yorllelin Aguirre Mora, de 17 años, quien desde el 3 de setiembre del 2010 vive con su pareja, Cristopher Cantillano, de 19 años.
Yorllelin es oriunda de San Carlos y conoció a Cristopher por un amigo con quien cogió café.
Ella dejó de estudiar, se escapó de su casa y se vino a Carrillos de Poás, Alajuela, a vivir con el joven que asegura la hace feliz pese a las dificultades económicas.
Esta joven no trabaja, mientras que su compañero se dedica a sembrar chile porque apenas completó la primaria.
“Estoy bien, nos ha ido bastante bien, solo estuvimos separados por 10 días”, relató Yorllelin.
La baja escolaridad de muchas parejas jóvenes los condena a percibir bajos salarios.
“El problema es que estos jóvenes no han concluido su formación académica. Tienen muchas dificultades para llenar las posibilidades mínimas de susbsistencia, cosa que se complica cuando tienen hijos”, dijo Jorge Mora, director de Flacso Costa Rica.
Por ahora, Cristopher y Yorllelin no planean tener hijos.
Uno de los graves riesgos para los matrimonios de adolescentes es que no rompan el círculo de pobreza al no estudiar por las responsabilidades que les demanda formar un hogar.
“Se les da la opción y la oportunidad de que continúen en otras modalidades. No significa que no puedan continuar sus estudios porque son menores de edad”, aseguró Rocío Solís, jefa de la Contraloría de Derechos Estudiantiles del Ministerio de Educación Pública (MEP).