Padre llegó en avioneta con fe, educación y salud

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Talamanca. Un pueblo pobre, sin servicios de salud ni escuelas para sus niños, fue lo que se encontró el sacerdote alemán Bernardo Koch cuando llegó a la comunidad de Amubri en una avioneta monomotor, hace 54 años.

Las necesidades de este pueblo hicieron que el padre Koch se moviera por tierra, agua y aire para llevar derechos básicos a la población indígena.

“Es uno de los sacerdotes más humildes que yo he conocido. Él no tenía deseos de sobresalir, sino de entregar todo su trabajo a las personas más necesitadas”, contó Elena Francis, maestra pensionada que trabajó hace tres décadas con este sacerdote.

Entre otras obras, fundó escuelas, construyó caminos, una pista de aterrizaje, centros de salud, una radio comunitaria y caminó montaña adentro para llegar a los pueblos indígenas.

“Agarraba la avioneta y si tenía que salir a cualquier hora para el hospital con algún enfermo, al padre no le importaba. Él siempre ha demostrado una gran vocación”, dijo Demetrio Blanco, vecino de la comunidad de Amubri.

Las horas en bote le servían para conversar con la gente del pueblo, y más que leer mensajes bíblicos, el párroco conversaba con la gente sobre las necesidades que tenían y trabajaba en estrategias para ver cómo llevar soluciones.

“Una vez hizo hizo una colecta de ropa, montó todo a la avioneta y se fue a repartirla a las comunidades con mayores problemas económicos”, recuerda Demetrio Blanco.

El padre Koch está por cumplir sus 84 años y su entrega por la comunidad mantiene vivo el aprecio de un pueblo que le reconoce el hecho de que cruzó el océano y en lugar de colonizar tierras, enseñó y ayudó con obras, ejemplo y, en especial, humildad.