La reforma fiscal es una tarea pendiente de esta Administración. ¿Por qué no se logró?
Lo intenté y me dijeron: “No pierda el tiempo, Presidente, porque no se lo vamos a aprobar, ni siquiera envíe un proyecto”. Por eso me he quejado, pues en este parlamento las minorías tienen un poder excesivo.
¿No hubo, más bien, cálculo político en esa decisión?
No . Yo no sé qué es cálculo político.
¿El no pactar con los libertarios se lo impidió?
Sí, claro, los libertarios no creen en eso, pero, ahora que han pactado con el Gobierno, es el momento para hablar de ese tema, es el momento de ponerlo en la mesa de discusión.
Simplificación de trámites es un tema al que usted apostó desde el principio. ¿Por qué no se logró ese objetivo?
Porque es muy lento todo, cuesta mucho. Se hizo bastante, pero no lo suficiente. Este es un proceso de nunca acabar, nos hemos enredado tanto construyendo esta maraña. Como lo dije aquí, es más importante un informe que una planta hidroeléctrica, un hospital o una carretera. A nadie le interesan los resultados.
Usted hizo una enumeración de logros, pero ¿cuál resumiría como el principal de su gobierno?
Un país que recuperó la confianza y que, sin duda, le va a otorgar esa confianza a doña Laura (Chinchilla); un Gobierno que pasó la página de todo aquello que nos tenía frenados, paralizados en una verdadera esclerosis; un país caminando, un país con rumbo, con norte, un país que ha visto en el Estado un aliado.
“Un país que le perdió el miedo a hacer muchas cosas que había que hacer, y que exigían liderazgo para convencerlo”.
¿Cómo se siente ahora que está cerca de dejar la presidencia?
Muy feliz y agradecido por la confianza que los costarricenses me dieron. Me encontré el país a la deriva, sin rumbo, y fue necesario señalar esa ruta.
¿Extrañará la Presidencia?
No. Pero me voy muy contento.