La ‘concurrida soledad’ del defensor de las uniones gais

Abogado se convirtió en figura tras pedir matrimonio con hombre en el 2003

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La noche del 13 de agosto del 2003, Yashín Castrillo asistió a su propia vela. Así lo recuerda, al menos.

En la tarde, el abogado había aparecido en medios televisivos como el primer homosexual del país en presentar una solicitud de matrimonio. Tras el acontecimiento, fue a visitar a su mamá, como lo hacía todos los días. Sin embargo, la recepción no fue la de siempre.

“Cuando llegué estaban todos gimiendo y llorando. Entré a tomar café, esperando que alguien me dijera algo, pero nadie se me acercó. Estaban orando por mi alma”, recuerda Castrillo, el tercero de seis hermanos.

“Era exactamente como ir a mi propia vela. Siempre supieron que era gay, pero les impactó que lo hiciera público y que todos me reconocieran como tal”, agrega.

Fue el primero de muchos episodios que le demostraron a Castrillo, de 45 años, que izar la bandera del arcoíris con tanto fervor tiene su precio, mas eso no lo espantó.

“No estaba dispuesto a renunciar a luchar por algo que sentía como una necesidad y obligación, aunque fuera causal de sufrimiento y dolor para esas personas que tanto amo”, asegura el activista, quien hoy mantiene una relación distante con sus hermanos.

Desde chico. Ese tinte desafiante y confrontativo lo trae desde la infancia. Recuerda que a los 7 años llegaba regularmente a casa ensangrentado, tras pelearse con compañeros que lo tachaban de “playito”.

Y cuando de derechos de la población gay se trata, Castrillo no está dispuesto a ceder. Ni un poquito.

De hecho, el inquebrantable y radical compromiso de Castrillo con su causa, hoy lo mantienen en lo que el llama una “soledad concurrida”; el sacrificio le ha costado la relación con familiares, clientes, amistades y hasta parejas.

Ante la pregunta de si tiene amigos, debe pensar su respuesta durante varios segundos y remite a un colega que estima mucho.

“Cuando inicié esto, mi proyección profesional era muy buena desde el punto de vista económico. Después, el 90% de los clientes me dejaron”, cuenta el experto en Derecho Constitucional y Penal.

Castrillo mantiene buena relación con otros activistas como Francisco Madrigal, del Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos (Cipac), quien sostiene que esfuerzos como los de Castrillo darán resultado.

Al otro lado de la trinchera, también le guarda un “gran respeto profesional” a Alexandra Loría, del Observatorio Ciudadano Por la Vida y la Familia.

“De verdad que le admiro la perseverancia”, comenta Loría.

Insistente. Desde el 2003, los esfuerzos del abogado se concentran en la Sala IV, donde suma múltiples acciones de inconstitucionalidad contra el Código de Familia y reglamentos como el de Salud de la Caja Costarricense de Seguro Social.

Este último fue declarado sin lugar a principios de mayo y desencadenó una denuncia por prevaricato contra cuatro de los magistrados de la Sala, la semana pasada.

Aunque puja por el matrimonio entre parejas del mismo sexo, Castrillo no tiene pareja, mucho menos una con la que quisiera casarse.

Aclara que el nombre de la pareja solo es obligatoria para formalizar un matrimonio, cosa que sigue sin lograr. “Lo que quiero es luchar por el derecho en abstracto”, dice.

También resulta curioso que pugna tanto por acceder al instituto del matrimonio, cuando él mismo opina que la unión de hecho es un esquema “que se adapta más a las vivencia homosexual”.

“El matrimonio, como estrategia política, lo que tiene es el simbolismo social porque al final, lo que se persigue es una igualdad de derechos”, sostiene Castrillo.