“Eran como la cuatro de la tarde y estaba lloviendo, el taxi no hizo el alto, o sea, como vio que quien venía era yo y no un carro se lo brincó, me tiró el carro encima, casi me mata”; así narró el joven biólogo Alejandro Araya el hecho que le hizo guardar su bicicleta.
Para él, ese incidente fue la gota que derramó un vaso lleno de sustos y colerones que se llevó en carretera cuando pedaleaba todos los días a su trabajo desde Lagos de Heredia hasta Barrio Tournón, en San José.
El 27 de julio del 2008, La Nación público un reportaje titulado C onductores cambian carros por bici por costos y restricción , en el que se contó, entre otros, el testimonio de Alejandro.
Más de dos años después, este medio lo localizó para consultarle si seguía utilizando la bicicleta para trasladarse, pero confesó que los riesgos que corrió su integridad física pudieron más que su convicción de hacer deporte y ayudar el medio ambiente.
“Ahora solo uso la bici para hacer mandados en Heredia”, relató el biólogo, quien detalló que la falta de de voluntad política para volver las carreteras seguras es uno de los principales males que enfrentan los ciclistas.