La Iglesia Católica exaltó el valor de las niñas que decidieron no suspender su embarazo y tener a sus hijos, luego de que "les fue robada su inocencia".
Así lo dijo el obispo de Limón, Javier Román Arias, durante la homilía del 2 de agosto en Cartago. Él las mencionó como ejemplo de personas que dijeron "sí a la vida en su vientre".
"Los invito a visitar la Posada de Belén (albergue en Alajuela) que nació para acoger y acompañar a las niñas que les fue robada su inocencia y que a pesar de todo dijeron, 'sí a la vida en el vientre'. Esas muchachas son un ejemplo de la fuerza sobrenatural de las madres, que no es otra cosa que la gracia de Dios en sus vidas, que las empuja a dar siempre más de sí, tener valor y a conservar la fe a pesar de los problemas y difiicultades", dijo el obispo.
El sacerdote explicó que La Posada de Belén es un centro, fundado por la Iglesia, que acompaña, forma y capacita a estas madres adolescentes para que, una vez cumplidos los 18 años, puedan salir adelante con sus pequeños.
La Iglesia quiere aumentar la capacidad del albergue para duplicar o triplicar la cantidad de personas atendidas, que hoy es de 65 menores.
"Es nuestra manera de respaldar con obras la defensa de la vida desde la concepción y hasta la muerte natural" acotó Román.
La homilía se dio en presencia de miles de feligreses reunidos en la plaza de la basílica de los Ángeles y frente al presidente de la República, Luis Guillermo Solís, y sus ministros.
El obispo además destacó el valor de la mujer en la maternidad y el "infinito e innegociable valor de la vida humana".
"Pienso en las madres, nuestras madres, que a pesar de las dificultades o situaciones dolorosas dijeron 'sí a la vida'; igualmente, a las madres que con paciencia y piedad nos transmiten el don de la fe", manifestó.
En prelado también subrayó el valor de mujer en su capacidad de entrega a Dios, al prójimo, su capacidad de iniciativa, su fortaleza en la prueba y su dignidad. Las comparó siempre con la Virgen María.
"Gracias mujeres, gracias de todo corazón. Qué sería de la Iglesia y el mundo sin ustedes", añadió.
Por último, el obispo criticó el abandono en el que viven el pueblo indígena en Telire, Talamanca.
"He conocido el dolor de las madres indígenas que ven morir a hijos por enfermedades que se podían prevenir, por falta de una atención médica más constante, por desnutrición y falta de condiciones mínimas para vivir. Basta del abandono", sostuvo.
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Petición de la ONU
A finales de marzo pasado, el Comité de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) instó a Costa Rica a legalizar el aborto cuando el embarazo se produjo como consecuencia de una violación, de un incesto, o en caso de que el feto sufra alguna malformación fatal.
A esa organización le genera preocupación que la ley en Costa Rica solo permita interrumpir un embarazo cuando existe riesgo para la vida y la salud de la embarazada, y que no permita otras excepciones, y que ese tipo de aborto, conocido como terapéutico, tampoco se pueda prácticar por falta de protocolos.
Ese llamado de la ONU fue celebra por algunos diputados como Maureen Clarke, del Partido Liberación Nacional, quien fue ministra de Condición de la Mujer durante el gobierno de Laura Chinchilla (2010-2014). Al tiempo que fue repudiada por legisladores evangélicos como Fabricio Alvarado, de Restauración Nacional.
En mayo del 2016, el presidente Solís defendió la regulación del aborto terapéutico ante el Vaticano en una reunión que sustuvo con el secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin.
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En ese encuentro, el mandatario defendió la necesidad de crear una norma técnica para que los médicos puedan realizar abortos terapéuticos.
Luis Guillermo Solís hizo esa defensa en respuesta a una carta enviada al papa Francisco por siete partidos políticos en la que le pidieron al sumo pontífice interceder para evitar la legalización del aborto en Costa Rica.
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