Grecia: el Olimpo de los autos usados

En el camino a Grecia de Alajuela, en cosa de unos cuantos cientos de metros, sobreviven unas 60 agencias de autos usados; nacidas en tiempos de bonanza, ahora se enfrentan a tiempos complicados para el negocio.

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Llamémosle 'sinónimos geográficos'. Digámosle así a esos lugares cuyo nombre , por antonomasia, asociamos de inmediato con algo más, sea un producto, una comida, estilo de vida.

Sarchí: artesanías. Limón: comida. Guanacaste: playas. No que esto sea lo único que estos lugares ofrecen, por supuesto, pero la mente hace pareos en automático. Costa Rica: presas, por ejemplo.

En los primeros meses del año pasado, un paso de agua que cruza sobre la carretera Interamericana exhibió, durante un tiempo breve, una leyenda que hacía evidente uno de esos pareos automáticos, uno de esos sinónimos geográficos. Justo antes del desvío que conduce hasta el distrito de Grecia, hacia el que señalaban dos grandes flechas, se leía en letras blancas y gruesas La ciudad de los autos .

La iniciativa fue obra de la Cámara de Importadores de Autos y Afines (CIAGA), que defendió sus acciones aduciendo que se trataba de una campaña de embellecimiento del cantón, pero la idea no cayó bien. Notas publicadas en el momento por varios medios de comunicación del país relataban un juego de pelota entre José Antonio Herrero, dueño del paso de agua, la Municipalidad de Grecia, el departamento de inspección vial del Ministerio de Obras Pública y Transportes, y CIAGA.

Entretanto, los vecinos de Grecia manifestaban su descontento con el lema que, decían, se les había impuesto. No querían ser conocidos como la ciudad de los autos. No querían un rótulo que los identificara como tal. El pleito se resolvió siguiendo la voluntad del pueblo.

Todavía se puede leer. Encima se le pasó una –o varias– capas de pintura verde, pero el ojo atento todavía puede leer el enunciado escrito en la tubería que sobrevuela la carretera, justo antes del desvío hacia Grecia.

Allí comienza a trepar la radial Arnoldo Kopper Vega, una calle de ocho kilómetros de longitud que conecta el centro de Grecia con la Interamericana. En el último kilómetro de dicha carretera, a ambos costados del asfalto, aproximadamente 60 ventas de autos usados ofrecen sus productos a los visitantes, que todavía llegan al cantón en busca de vehículos de segunda mano.

El sinónimo geográfico parece estar justificado, después de todo.

Una oportunidad

Durante 36 años, familias costarricenses ubicadas en ambos extremos del espectro de la clase media han hecho el trayecto carretera arriba en dirección a Grecia, en búsqueda de carro nuevo, pero usado.

Conversar con vendedores de las numerosísimas agencias de venta –acomodadas, en muchos casos, una junto a la otra– es escuchar un sinfín de procedencias que cubren la geografía completa del país: aquí viene gente de Limón, de Cartago, de Upala, de Zona Sur, 51.100 kilómetros cuadrados cubiertos con potenciales compradores de vehículos.

Todo comenzó en 1981, cuando Carlos Luis Morales Blanco puso la primera piedra de su negocio familiar y, aunque no lo supiera entonces, de un fenómeno económico y cultural. Le atrajo la idea de comercializar vehículos importados en un momento en que los carros de segunda mano solo se adquirían ya dentro del país.

Autos Grecia nació en un pequeño local frente al parque, en el centro de Grecia. Don Carlos Luis, ya fallecido, abrió la caja de Pandora: los clientes se acercaban en masa y los carros no duraban en las salas de exhibición. Pronto, el éxito arrollador de Autos Grecia dejó réplicas y comenzaron a aparecer otras agencias que buscaron beneficiarse del imán de compradores que había aparecido en Grecia.

De acuerdo con Mario Guevara, del medio local Conozca Grecia , la migración jugó un papel determinante. “Durante muchos años, cientos de vecinos de Sarchí y Grecia partieron hacia Estados Unidos a cumplir su sueño americano, y vieron en la compra y envío de autos usados un buen negocio”.

El boom ocurrió entre finales de los años noventa y principios del siglo actual. La demanda era tal que algunos negocios no soportaban el ritmo. Administrar los recursos era clave para sobrevivir al tsunami de costarricenses que querían carro y lo querían ya.

“Hace unos 18 años tuvimos que expandirnos y compramos el lote actual, porque no dábamos abasto”, recuerda Dubilia Dobles, gente de crédito y mercadeo de Autos Grecia, nuera del dueño original y actual cabeza del negocio. Dobles trabajó durante tres lustros en la agencia, codo a codo con Gustavo Morales, su esposo, quien falleció hace ocho meses, dejando las riendas del negocio en sus manos.

Erick Alfaro, de Autos Alfaro & Quesada, dice que la competencia es sana para todos, porque cada agencia aporta distintos tipos de vehículos para diferentes tipos de clientes. La oferta de agencias es tan grande como la de vehículos. Hay negocios de todo tamaño, salas de exhibición en todo tipo de condiciones, rótulos que dicen Ganga , Feria , Oferta y Financiamiento disponible de todos tamaños y colores.

La época buena comienza en noviembre y concluye en mayo, más o menos, de acuerdo con Laura Castro, asistente administrativa de Autos Salas. No hay explicación más allá de la práctica: los primeros meses del año son los mejores para la venta; los sábados, el mejor día: en un día bueno, se pueden facturar tres, cuatro carros. En un buen mes, unos 60. Pero no todos los sábados son buenos, ni todos los meses ni, en tiempos recientes, todos los años.

Pese a todo

Las decenas de ventas de autos usados aglutinadas en el camino a Grecia viven épocas flacas, sobre todo desde el comienzo de esta década. De acuerdo con datos del Ministerio de Hacienda, entre el 2010 y el 2015, el ingreso de vehículos usados al país se redujo un 24%. Al tiempo, la importación de carros nuevos se disparó en los mismos años: entre el 2013 y el 2015, subió un 35%. Si bien el número de agencias se mantiene alto, el personal en cada una es mucho más reducido que hace unos años.

“Las agencias de autos nuevos tienen tentáculos enormes y más accesibilidad al gobierno y a la Asamblea Legislativa”, denuncia Dubilia Dobles. “Ellos no pagan los mismos impuestos que nosotros. La diferencia entre las políticas que los respaldan a ellos y las nuestras es abismal, a pesar de la enorme cantidad que le damos al fisco”.

Errol Azofeifa, presidente de la CIAGA, cuenta que la venta de autos usados es una de las principales actividades económicas de Grecia, ya no solo directamente de las ventas sino contando talleres eléctricos, mecánicos y electrónicos; ventas de llantas y accesorios, y demás negocios colaterales a los carros.

Aboga, también, por un trato más justo para las agencias de usados, que se enfrentan a restricciones y requisitos más exigentes que los de las agencias de autos nuevos. “El negocio de carros nuevos beneficia a cinco o seis familias en el país; el de usados, a miles de familias”, dice. Agrega que la CIAGA también lleva a cabo esfuerzos comunitarios que fortalecen al cantón de Grecia, como la siembra de árboles y la donación de aportes a damnificados por desastres naturales.

Para Dobles y para Autos Grecia, el panorama que se prevee en los próximos cinco años se antoja similar a la situación actual: no hay crisis, no hay bonanza, pero los negocios deben adaptarse para sobrevivir.

“En Costa Rica, un muchacho que sale de la universidad y que consigue trabajo, de inmediato piensa en carro, no en casa. Nuestra idiosincrasia es de ir a la pulpería en carro, entonces el negocio seguirá aquí”, dice Dobles. “El problema de este país son las carreteras: tenemos la misma infraestructura de hace 30 años. Los carros no nos caben por ningún lado”.