Familia rescata fervor religioso

"Jesús no resucitó para irse a la playa", dice cura cartaginés

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El lunes pasado, al tiempo que millares de familias viajaban hacia las playas, montañas y otros sitios de recreo, la familia Marín Pérez ocupó el tiempo libre en comprar una imagen del Nazareno, llevarla a bendecir por un cura, construirle un altar y rezarle.

Esto ocurre en un hogar cartaginés que se cuenta entre los clanes familiares, cada vez menos comunes, que invierten los días libres de la Semana Santa en actividades religiosas.

Para muestra, cinco botones...

El domingo anterior, don Henry Marín Jiménez y doña Virginia Pérez Granados, así como sus tres hijas --Linda, de 11 años; Sofía, de 8, y Arianna, de 5-- asistieron a la misa de Domingo de Ramos que se efectuó en la parroquia El Carmen, en la Vieja Metrópoli.

Al día siguiente adquirieron el Nazareno en la Súper Despensa. Ayer fueron juntos a confesarse a la iglesia del Convento de los Padres Capuchinos.

Hoy, mañana, el sábado y el domingo participarán en procesiones y oficios religiosos.

Y como si fuera poco, en la casa --ubicada cerca del colegio San Luis Gonzaga-- practicarán el ayuno, la oración y la meditación en torno a la Muerte y Resurrección de Jesucristo.

"Para pasear y divertirnos tenemos el resto del año. ¿Qué cuesta darle una semana a Dios?", manifestó Henry.

En opinión del cura párroco y rector de la Basílica de Los Angeles, German Rodríguez, el ejemplo de la familia Marín Pérez debe ser imitado por todos los hogares cristianos.

"Como dice un compañero, Jesús no resucitó para irse a la playa", manifestó este pastor, quien dijo que esta semana debe servir para valorar la obra de Cristo.

Otra opinión

Al igual que Henry Marín, el padre Rodríguez sostiene que los lugares de diversión pueden ser visitados en otras ocasiones.

"Estos momentos son para congregarnos como gente de fe. Gente que valora que no hay acontecimiento más trascendental en la historia del hombre que su salvación, y que Cristo la alcanzó dando su vida por nosotros en esta muerte de cruz", declaró.

La opinión de este cura contrasta con la del arzobispo de San José, monseñor Román Arrieta Villalobos. Este manifestó, en su homilía del domingo pasado, no tener nada en contra de la costumbre de irse a pasear a las playas, siempre y cuando la gente recapacite sobre el verdadero significado de la Semana Mayor.

Consultados sobre el porqué del fervor religioso de la familia, Henry --locutor en radio Rumbo-- y Virginia --maestra de preescolar-- explicaron que se debe a la gratitud que ellos sienten con Dios por su fidelidad durante 12 años de matrimonio.

Relataron que los siete primeros años de vida matrimonial fueron muy duros económicamente, ya que él ganaba ¢500 por semana producto de su trabajo como mecánico automotor.

Sentada en una banca de la iglesia del Convento de los Padres Capuchinos, Virginia contó que dicha suma de dinero se esfumaba en ¢400 de comestibles; ¢75, en abono al pago de una plantilla eléctrica, y ¢25 para salir a pasear.

"Teníamos un trastero tan viejo, que si una cucaracha se paraba sobre él abría un hueco, caía estante sobre estante y se desnucaba", recordó Henry entre risas.

En contra de las playas

Lo primero que hizo el cura párroco de la Basílica de Los Angeles, German Rodríguez, fue aclarar que su respuesta debía ser considerada como una opinión muy personal; luego contestó a la pregunta: ¿Qué opina la Iglesia sobre celebrar la Semana Santa en playas y montañas?

"Indiscutiblemente que este es un tiempo para que nosotros, los hijos de la Iglesia, nos quedemos meditando en comunidad, en familia, este misterio de amor de Cristo, que lo llevó a dar la vida en rescate por todos.

"Es muy importante que nosotros retomemos ese valor espiritual que hace al hombre feliz porque es la alegría de sentirnos salvados, es la alegría de sentirnos rescatados.

"Ciertamente soy del criterio de que las playas y otros lugares de diversión pueden visitarse en otros momentos. Estos momentos son para congregarnos como gente de fe, gente que valora que no hay acontecimiento más trascendental en la historia del hombre que su salvación, que Cristo la alcanzó dando su vida por nosotros en esta muerte de cruz.

"La gente que va a las playas reza, pero no es lo mismo. El ambiente de playa y de otros lugares no es tanto para la meditación profunda y sobre todo la vivencia de los misterios, porque mucha gente concurre a las procesiones, pero hemos perdido de vista la gran riqueza salvífica que se encierra en las celebraciones que van desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Son celebraciones de una gran enseñanza que la gente pierde."

Fuente: Entrevista con el cura párroco y rector de la Basílica de Los Angeles, en Cartago, German Rodríguez.