El santo de los santos

Las fiestas patronales de San Ramón esconden a un artista silencioso que hace milagros. Edgar Andrés Rodríguez es el encargado de devolver la vida a las imágenes de las más importantes fiestas del cantón alajuelense.

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Edgar Andrés Rodríguez Arias hace milagros. El ramonense de 32 años revive muertos y a los moribundos les devuelve el aliento.

Lo hace con sus pinceles, con sus gubias, con su arcilla. Lo hace desde que tenía 10 años y lo hace porque es experto en hacerlo.

Edgar es imaginero en San Ramón. En palabras simples, se dedica a restaurar imágenes de santos. Sus clientes principales son, sin duda, la gente de su propio pueblo. Las fiestas patronales son los eventos que más requieren de sus manos milagrosas.

“Desde muy, muy pequeño me empezaron a gustar las imágenes religiosas y desde pequeño las colecciono”, cuenta Rodríguez. “Yo empecé a arreglar las figuras mías, las imágenes que yo tenía en mi colección. De pronto, las personas que se enteraron que yo las arreglaba me empezaron a dar santos para arreglar. Todo comenzó por un hobby o un pasatiempo”.

Lo que inició por gusto es hoy la profesión que le da de comer. Como en nuestro país no hay ninguna institución que ofrezca algo directamente relacionado al arte religioso, él eligió su propio camino.

“En mi universidad estudié Artes plásticas y mi licenciatura fue en Pintura. Lo del arte religioso lo he ido aprendiendo a poquitos, observando en todas partes, conociendo a muchas personas, haciendo contacto con otros países”, dice Rodríguez. “Me ha ayudado mucho haber participado mucho en la iglesia, no tanto a nivel religioso sino de tradiciones. Siempre he estado muy cerca al arte religioso”.

Desde hace 169 años, el cantón realiza una de sus más populares tradiciones: la Entrada de sus Santos. Imágenes de ‘Moncho’ y de pueblos aledaños se reúnen en el mismo lugar para celebrar el día del santo patrono del cantón alajuelense.

“Siempre para la Entrada de los Santos aparece algún paciente de emergencia. Eso no falla. Todos los años aparece alguien en los últimos días diciéndome que a las imágenes se le quebraron los dedos o que se reventó, que la base se les jodió, que la pintura está muy fea. Siempre aparece un santo”, cuenta el artista. “Para la Entrada de los Santos yo soy el encargado de vestir la imagen de San Ramón. Para la novena se viste de una forma, para las fiestas se viste de otra. Conseguir los trajes que él tiene, que si hay que mandarlo a arreglar se mande a arreglar: de eso me encargo yo”.

Edgar se ha convertido en el salvador silencioso de los santos, aunque muchos no conozcan su trabajo.

“Es algo muy extraño lo que uno siente cuando ve al santo en la calle, que la gente le toma fotos. El jolgorio alrededor de san Ramón. A pesar de que todos los santos participan, san Ramón es el centro de todo. En realidad yo no soy ni muy protagónico y tal vez no muy indispensable. De hecho yo paso desapercibido”, dice. “Muchas personas no saben que yo soy el encargado ni a mí me gusta figurar. Yo arreglo al san Ramón, lo dejo en manos de los caballeros del Santo Sepulcro. Ellos son los que lo llevan y yo me desaparezco”.

A la distancia participa de los festejos y la procesión. Es ahí cuando la satisfacción se desborda y su trabajo está cumplido. “Lo llena a uno de orgullo, es como cuando un hijo va a graduarse o la primera comunión. Como un padre orgulloso se siente uno, sinceramente”.