‘Cada vez que tiembla revivimos ese día tan difícil’

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La imagen del aparatoso colapso del Hotel Internacional quedó grabada en las mentes de miles de costarricenses el 22 de abril de 1991, pero a nadie con tanta intensidad como a Xiomara Hall.

El lunes que se vino el socollón, Hall –en ese entonces de 20 años– trabajaba a una cuadra y media del lugar. Ella salió a la calle apenas a tiempo para presenciar el desplome del edificio de concreto, sin saber que cuatro días después sacarían de los escombros el cuerpo de su padre.

Cecilia Bonilla –madre de Xiomara y Sissy, la hija menor– recuerda que recién ocurrido el sismo, se dirigió a casa, preocupada, por el bienestar de sus hijas de 20 y 17 años. Allí se encontraron las tres mujeres, pero quien no regresó fue su esposo, Juan Antonio Hall, conocido como Johnny .

“Pasaron las horas y no aparecía. Ahí comenzó la angustia porque él siempre estaba pendiente y me pareció extraño que no se preocupara por nosotras ni por cómo estábamos”, rememoró Bonilla, quien el jueves cumplirá 20 años de haber enviudado.

“Dormimos en los corredores esa noche y el otro día a las 5 a. m., salimos en moto a buscarlo”, agregó la mujer, de 64 años.

Sin embargo, Johnny nunca apareció y en cuestión de horas, se confirmaron las sospechas de que él hombre, quien trabajaba como notificador para el Ministerio de Justicia, estaba entregando un documento en el Hotel Internacional cuando ocurrió el sismo.

“El miércoles me dijeron que estaba en el hotel. Ahí nos quedamos hasta que lo sacaron, pero nunca lo pudimos ver”, contó Bonilla.

El cuerpo de Hall fue recuperado de la frágil estructura cuatro días después por voluntarios de la Cruz Roja de San José.

Posteriormente, se conoció que el edificio de tres pisos se había elaborado con materiales de mala calidad, lo cual facilitó el desplome.

“Después, la gente nos dijo que mi papá sacó a todos del edificio y regresó. ¿Por qué?, no sabemos. Se metió debajo de una mesa y le cayó el edificio. Cuando lo encontraron, tenía una viga encima”, recuerda la hija mayor, Xiomara.

“Lo sepultamos en carrera y eso es lo que más nos duele: no pudimos verlo, ni despedirlo. Cada año, lo recordamos con una tremenda nostalgia y cada vez que tiembla revivimos ese día tan difícil para nosotras”, agregó Bonilla.

Rescates difíciles. Las labores de rescate fueron complicadas, principalmente porque la provincia quedó aislada del resto del país por daños severos a puentes y carreteras, según relató el mayor Eduardo Sánchez, jefe de operaciones de la Cruz Roja de Limón desde hace casi 50 años.

“Nos tocó un trabajo muy fuerte en toda la provincia, más que nada sacando gente que quedó prensada. El hospital Tony Facio estaba colapsado y nos tocó atender partos en la plazoleta del hospital”, recordó Sánchez.

“Limón siempre había esperado inundaciones y tormentas tropicales, pero un terremoto, jamás...”, concluyó.