A la escuela, por lecciones para la vida

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Cartago (Redacción). Han pasado 80 años, desde el día en que Luzmilda Ramírez llegó descalza, de la mano de su mamá, al aula de primer grado de la escuela Jesús Jiménez, en esta ciudad.

“Le dijo mi mamá a mi maestra, Clemencia Pacheco: ‘la pongo en sus manos, para que me le enseñe, pero también para que me la corrija en su comportamiento, sí es necesario”, recordó doña Luzmilda.

Para ella, aquellos fueron años buenos, de maestros estrictos pero bondadosos.

Era el tiempo, según rememoró, en que a las mujeres las preparaban para las manualidades, de las cuales ella prefería la costura. Tanto le gustó, que años más tarde se dedicó a enseñar corte y confección a cientos de cartaginesas como instructora del Instituto Nacional de Aprendizaje.

Dentro de sus recuerdos también está el libro de amonestaciones que llevaba cada maestro.

“Si nos apuntaban una falta por indisciplina u otra cosa, teníamos que enseñárselo a nuestros padres, que siempre apoyaban a los maestros, no como ahora que más bien se enfrentan a los educadores de sus hijos”, manifestó doña Luzmilda, en su casa en La Puebla de Cartago.

En su criterio, en aquel tiempo, a los maestros no solo se les respetaba más sino que también tenían más convicción.

Lea mañana en el sitio web de La Nación informaciones sobre el inicio del año lectivo 2012.