Morder a un niño de 10 años podría costarle la vida a Max, un zaguate de año y medio. El Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa) decidirá en estos días si Max vive o no.
Mientras se toma esa decisión, los dueños del zaguate luchan por su mascota, y los familiares del menor mordido exigen sacar al perro del barrio o sacrificarlo para recuperar la paz. Lea la historia completa mañana en la edición impresa de La Nación.