Profesores, padres de familia y estudiantes del Colegio Vocacional Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez, en Desamparados, tomaron la decisión de suspender las clases hasta que se les garantice por escrito la solución a un conjunto de problemas sanitarios que padecen.
La alarma en ese centro de enseñanza comenzó con el deceso -el pasado domingo- del profesor de dibujo arquitectónico Alfredo Calvo Cordero, a causa de una infección producida por una bacteria conocida como estreptococos.
Presuntamente Calvo Cordero estuvo en contacto con las aguas de una acequia que se desbordó la semana trasanterior e inundó las instalaciones educativas.
De acuerdo con la directora del colegio, Teresita Briceño Quesada, aunque no se sabe si Calvo Cordero se infectó en la acequia o no, la quebrada constituye un foco de contaminación que pone en peligro a la comunidad estudiantil. Dijo que no es casual que los alumnos se enfermen y se ausenten constantemente con manifestaciones febriles inespecíficas.
Pese a que al paciente no se le pudo hacer autopsia para determinar las causas del fallecimiento, el patólogo del hospital México, Víctor Jiménez, destacó que al profesor se le diagnosticó celulitis (inflamación del tejido celular).
Ayer, tanto el ministro de Salud, Herman Weinstok, como el viceministro de Salud, Fernando Marín Rojas, dijeron que la suspensión de clases no se justifica, toda vez que se trata de un caso aislado, cuyas posibilidades de contagio y de epidemia son remotas.
Funcionarios del Centro de Salud de Desamparados hicieron una inspección en el Monseñor Sanabria y determinaron que no existen posibilidades de infección. Ayer se aprovechó la ocasión para fumigar esas instalaciones y disminuir la población de insectos que hay en el lugar.
El viceministro de Educación, Stéfano Arias Ocampo, expresó ayer que hoy tratará de visitar el vocacional en compañía de su similar de Salud, Fernando Marín, para persuadir a los docentes de la inexistencia del riesgo.
Arias dijo que entiende la preocupación y la consternación de esa comunidad, en virtud de que se trataba de un profesor que tenía 24 años de laborar en el colegio y era uno de los docentes más queridos de la institución.