¡Que siempre cunda el buen humor que brinda “Cundo”!

Vino de Liberia y nunca más regresó

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La Ribera (Belén). “Aquí está Cundo ... ¿pa’ qué soy bueno?”

No hizo falta preguntar mucho. Lo describieron como un hombre moreno, bien plantado, siempre con una sonrisa en su cara y el más fiel guardián de la plaza de La Ribera.

Sí, efectivamente, era Cundo o más bien Secundino Guido Darcia, de 62 años, oriundo del mismísimo Rincón de la Vieja, en Liberia, quien –siguiendo la tradición guanacasteca– se “anexó” al cantón de Belén por su propia voluntad.

“Yo vine aquí hace 43 años y me enamoré de este lugar. Bueno, también de las muchachas de aquí, son liiiindas, ¡carajo!”, comenta, por variar, sonriendo.

Pero este personaje siempre se hace acompañar por sus fieles mascotas: un par de perros blancos y, como buen sabanero –aunque sin sabana– de su caballo, también blanco.

“A mí todo me gusta blanco, por eso me casé aquí. Mi mujer es blanquita; aunque allá, en Guanacaste, hay unas mulatas muy guapas, yo preferí blanquita”, añade Cundo.

Su corcel se ha vuelto tanto o más popular que el propio personaje. Como él mismo dice: “Mmi caballo es como yo, de propiedad comunal, porque me lo piden para todo: fiestas, obras de teatro topes, en todo sale”.

De hecho, cuando los niños de la escuela de La Ribera salen a recreo o concluyen sus lecciones, siempre le piden que los monte en su caballo.

Es tan cercana su amistad con ese animal que hasta comparten una multa.

“Eso fue buenísimo. Fui a una actividad al polideportivo y cuando terminó me cobraron ¢500 por parqueo, ¿se imagina? No es cuento, tuve que pagarlo”, recuerda, siempre sonriente.

Sin embargo, por un momento desaparece ese gesto... “Murieron los cafetales, que eran la alegría de este pueblo. Donde está Intel estaba el cafetal más grande. Eran tiempos lindos, pero ahora esto es una ciudad”.