Reglas de hace 80 años enmarcan segunda ronda

Normas se fijaron en los años 30, pero se estrenaron en el 2002, sin cambios; así, al tener el periodo más largo entre una y otra vuelta, es mayor la incertidumbre.

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Costa Rica y El Salvador tuvieron elecciones el mismo domingo 2 de febrero y ambas tuvieron que irse a una segunda ronda o balotaje, como le llaman los expertos.

La diferencia es que los salvadoreños resuelven quién será su próximo gobernante este 9 de marzo y en Costa Rica esa segunda ronda tarda un mes más: el 6 de abril.

Eso ocurre porque el sistema costarricense tiene la mayor distancia entre una vuelta y otra en América Latina, lo que convierte el cambio de gobierno en algo parecido a un parto prematuro.

Transcurren siete meses de incertidumbre desde octubre (del año previo a los comicios), cuando comienza la campaña oficial, hasta abril. En ese mes se conoce al vencedor definitivo, que tendrá un mes para prepararse y asumir el mandato el 8 de mayo.

“Es casi una locura esperar ocho meses para poder cambiar un gobierno que durará solo cuatro años”, dijo el politólogo Daniel Zovatto, director para América Latina de la organización IDEA (Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral).

No están registrados los razonamientos por los cuales los legisladores de 1926 decidieron que se debía esperar desde febrero hasta abril para conocer al gobernante electo, dijo Gustavo Román, asesor político del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

En las reformas electorales del 2009 no fue tema de discusión este plazo pues está definido así en la Constitución Política (artículo 138) y todas las modificaciones legales se limitaron al Código Electoral.

Hace 80 años. Otra característica que se aplica ahora con base en decisiones de hace 80 años es el umbral de 40% de votos válidos como mínimo necesario para ganar en primera ronda y evitar la segunda.

Este es el porcentaje más bajo que se aplica en los sistemas políticos de toda América Latina.

Desde 1926 el mínimo era 50%, pero los congresistas en 1932 aplicaron una especie de “curva” a favor de Ricardo Jiménez Oreamuno, quien en las elecciones de ese año no logró alcanzar el 50% frente al candidato Manuel Castro, responsable de los sangrientos hechos conocidos como “El bellavistazo”.

Castro renunció a la candidatura para la segunda ronda y el Congreso decidió bajar el umbral a 40% para que Jiménez pudiera asumir el Gobierno, según registros del TSE. Además, prohibieron de manera expresa la renuncia de un candidato que ya participó en la primera elección y que no desee participar en la segunda vuelta, como sigue vigente en la ley.

Así se mantuvo la segunda ronda hasta la Constituyente de 1949, cuando se ratificó con dos variaciones: el 40% necesario para ganar la primera ronda no se calcularía sobre los votos emitidos, sino sobre los válidos (sin blancos ni nulos), y los competidores para la segunda serían solo dos, señaló Román.

Con el bipartidismo de la segunda mitad del siglo XX, nunca fue necesario acudir a una segunda ronda. Todos las elecciones depararon resultados por encima del 40%, pero eso cambió en el 2002, cuando surgió el Partido Acción Ciudadana (PAC) y obligó al balotaje entre el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), que hizo presidente a Abel Pacheco.

Las reglas para una segunda ronda no se cambiaron y ni siquiera se discutieron durante las reformas electorales del 2009. Ahora, 12 años después del primer balotaje, el país vuelve a desembocar en una segunda ronda electoral, con esas mismas normas instauradas antes de 1950, a pesar de los cambios en el paisaje político del país.

El bipartidismo es cosa del pasado y han crecido otras fuerzas políticas. Ahora hay algo parecido a un multipartidismo, y así es alta la posibilidad de que las elecciones futuras acaben con una segunda ronda, reconoció el lunes pasado el presidente del TSE, Luis Antonio Sobrado, en la apertura oficial de esta campaña para segunda vuelta.

De hecho, en el 2006, Óscar Arias logró triunfar en primera ronda por 15.000, votos que le permitieron superar el 40%.

Daniel Zovatto sugirió revisar la aplicación de estas reglas. “Funcionaban para un sistema de partidos que ya no existe y que no está claro en qué se va a convertir. En 12 años se tuvo que usar dos veces lo que antes no se usó en más de 50 años. Conviene reflexionar”.