Partidos pierden miles de ‘cazavotantes’ en barrios

Por primera vez , elección no incluye a regidores, que eran vitales en el terreno

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El candidato Johnny Araya, el más aventajado en las encuestas, llegó a Miramar, Puntarenas, el domingo 3 de noviembre, a un mitin electoral que acabó convertido en algo parecido a un picnic con demasiado arroz cantonés... o muy pocos comensales.

Los organizadores calcularon comida para 500 personas. Eran dos hieleras grandes repletas del cantonés, pero bastaba una.

A un lote baldío, chapeado para la ocasión, llegaron menos de 250 personas para escuchar el discursos del candidato, de la diputada Agnes Gómez y de la aspirante a legisladora Karla Prendas. En otros tiempos habrían oído también al candidato a regidor.

Ahí está el punto. Esta campaña no tiene candidatos a regidores.

Estas serán las primeras elecciones presidenciales y legislativas; no habrá cargos de las municipalidades en liza, pues los comicios para concejales y síndicos se harán junto con los de alcaldes a mitad de cuatrienio. Los próximos, en 2016.

Los partidos, entonces, se quedaron sin peones en el terreno, sin quién convenza a los vecinos a ir a la plaza pública, a votar, a aportar dinero para una valla o unas banderas o, menos aún, para salir a convencer a otros en cadena.

Todas las agrupaciones consultadas coincidieron: echan de menos a ese ejército de baquianos que sabía quién vivía en la alameda, por quién votará una familia completa o cuál era el punto débil del dueño de la ferretería del pueblo.

Eran miles. Solo en la campaña del 2010 hubo 7.234 candidatos que peleaban por salir electos con banderas que servían para las tres papeletas y que en esta ocasión simplemente no están. Juntando los aspirantes presidenciales (27) y los legislativos (789), eran 8.050 las personas que querían un puesto.

A los comicios del 2 de febrero les faltará ese batallón de políticos de pueblo que, motivados por alcanzar uno de los 495 cargos de regidores en los 81 cantones, que, pensando en su futuro, ponían su carro, su dinero, su tiempo, sus empleados y hasta su familia a trabajar para llevar votos a las urnas.

Eran los tiempos en que el candidato presidencial de cada partido decía: “vote en las tres papeletas”, sabiendo que los aspirantes a la municipalidad iban a pelear en el terreno por ellos, pero también por él y por los diputados de su color.

De 555 a 60. Ahora solo hay 60 cargos en juego: un presidente, dos vicepresidentes y los 57 diputados.

En los partidos son conscientes de esta pérdida. Todas las agrupaciones consultadas reconocen como una desventaja más en esta campaña política que, de por sí, discurre lejos del interés de la mayoría popular, según las encuestas.

Esto se suma a las dificultades para financiar campañas en medios de comunicación y, aunque ahora están más desarrolladas las redes sociales, estas no son tan amplias para llegar a cada caserío ni tan eficaces como un vecino insistiendo en el corredor de una casa.

El costo se mide incluso en millones de colones.

El candidato presidencial libertario, Otto Guevara, dijo que su partido contratará a una persona, por cada distrito, para que reparta volantes de puerta en puerta en enero. A ella le podrían pagar hasta ¢200.000 en ese mes.

Otros postulantes decidieron multiplicar sus giras para hacerse ver en los pueblos. El pasado fin de semana, Guevara y Johnny Araya aceptaron que comienzan una etapa de campaña “en el terreno”.

José María Villalta, del Frente Amplio (FA), admitió que su partido también resiente ese trabajo en los barrios, a pesar de que a sus simpatizantes los empujan “principios programáticos” más arraigados.

Rodolfo Piza, quien representa al Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), confía aún en la vigencia de la estructura partidaria formada cuando la bandera rojiazul pesaba tanto como la verdiblanca.

Luis Guillermo Solís, uno de los candidatos menos conocidos, confía más bien en la mística que el Partido Acción Ciudadana (PAC) ha invocado siempre, aunque también reconoce que está implícita la idea de que quien trabaja en esta campaña, gana puntos para las municipales del 2016.

Lo innegable es que ahora hay un “hueco” en la campaña, como lo llamó Alejandro Acevedo, un líder político local de Pérez Zeledón.

Ensuciarse las botas. La coyuntura obliga a trabajar más a los candidatos legislativos, como lo reconoció Franklin Corella, aspirante a diputado por el PAC en Alajuela.

Él, quien fue regidor en el municipio alajuelense, asumió la tarea en el cantón Central, pues la nómina legislativa alajuelense del PAC la encabeza un oriundo de San Ramón. “Cuesta más. Cuando hay candidatos a regidores, uno se distribuye por distritos”, dijo Corella quien sostuvo que, por la circunstancia, está haciendo un tipo de campaña como la haría un candidato a alcalde en el cantón propio.

En el PLN dicen tener como recurso el grado de conocimiento de Johnny Araya, aunque no basta para suplir el trabajo en las calles.

Así lo dice Alexánder Cano, regidor de la Municipalidad de San José y dirigente en el distrito de San Sebastián. “La gente de los gobiernos locales son los que siempre trabajan en las bases. Ahora tendrán los diputados que quitarse la corbata y los peinados, y venir a chancletear .

”Los candidatos a diputados tendrán que hacer lo que antes hacían los que iban para regidor. El problema es que muchos de ellos no conocen las bases (representantes del partido en comunidades)”, agregó Cano.

El regidor se refirió a aspirantes de su PLN como el exdiputado Antonio Álvarez Desanti, la exministra Sandra Piszk o el exmagistrado Carlos Arguedas, en los tres primeros lugares por San José.

En total, serán unos 1.000 los políticos que en esta campaña trabajarán pensando en obtener un puesto de elección popular, 39 de ellos en las fórmulas presidenciales y el resto, por una curul.

“Quiero verlos a todos metidos en la 25 de Julio, en Lomas (Pavas), en la Nietos de Carazo... que piensen como pueblo”, agregó Cano, quien aseguró que trabajará en esta campaña aunque no está postulado para nada.

A eso apelan los partidos más consolidados, como el PLN: a su añeja una estructura. Sin embargo, los problemas son evidentes.

“Está costando mucho calentar esta campaña. Ya no está esa motivación y esa efervescencia que le metía el candidato a regidor”, lamentó el alcalde de Montes de Oro, Álvaro Jiménez, organizador del mitin de Araya en Miramar, donde sobró comida.

Él, expresidente de la Unión Nacional de Gobiernos Locales, aplaude el cambio hecho en nombre de la autonomía de las municipalidades, pero no puede ocultar las consecuencias.

“No parece que estemos en campaña”, dijo ese domingo en la plaza pública en Miramar, donde faltaba quién comiera arroz. Más tarde en otro mitin, en Esparza, también sobró repostería.