Nuevo edificio de Asamblea reutilizará agua subterránea hallada en excavación

A principios del 2017, cuando se iniciaron las excavaciones para construir el nuevo edificio del Congreso, en San José, se encontró un flujo de agua a solo dos metros de profundidad y era necesario excavar hasta los 24 metros

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Hace decenas de años, algunas edificaciones de la ciudad de San José fueron levantadas sobre acequias o lagunas que fueron entubadas o secadas.

Un ejemplo de ello es el Hospital Nacional de Niños, que fue construido en donde existió una laguna y junto a la quebrada Lantisco, la cual hoy atraviesa el casco central en forma subterránea provocando inundaciones en el centro médico cuando abunda la lluvia.

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A principios del 2017, cuando el consorcio Rodio-Traesa empezó las excavaciones para construir el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa, de 21 pisos, encontró un flujo de agua a solo dos metros de profundidad, cuando era necesario excavar hasta los 24 metros.

“Realmente pasaba un río” que provenía del noreste, explicó el arquitecto de la obra, Javier Salinas.

¿Qué se decidió hacer entonces? El Congreso y la firma Salinas Arquitectos decidieron aprovechar el agua para el funcionamiento de los servicios sanitarios, el riego de los jardines o para el enfriamiento de los sistemas de aire acondicionado, entre otras necesidades.

“Lo que hicimos fue desviar del nivel freático (agua acumulada en el subsuelo), no es que es un río, río, sino que era un nivel de aguas partidas y lo que hicimos fue que pegaran contra los muros, cayeran y reutilizarlas”, explicó el profesional.

Al principio, el agua fue bombeada hacia afuera para poder levantar la obra; luego, fue conectada a un tanque recolector, desde el cual se aprovechará para el edificio.

“El bombeo era para el proceso de construcción porque la construcción no puede darse húmeda, sino se vuelve carísima con concretos para humedad. Entonces, hicimos pozos alrededor para drenar esa agua y poder chorrear el concreto, pero fue una cosa bastante compleja, fue con arcillas, desplazamientos, es una construcción bien compleja, pero se logró y llegamos a buen fin”.

Antonio Ayales, director ejecutivo del Congreso, también confirmó que el agua les planteó un problema por resolver: “Hubo que hacer unos tratamientos especiales que también provocaron un atraso en la construcción. Los muros se impermeabilizaron. Ahí fue donde vino la idea de hacer unos tanques de captación para reciclar esa agua, no desperdiciarla. La mayoría de los edificios que están acá en los alrededores botan esa agua al caño”.

“Lo que hicimos fue recolectar toda esa agua que la vamos a utilizar en todo. Cuando construimos, la reconectamos para reutilizar lo que caía aquí, lo demás sigue”, añadió el arquitecto Salinas.

“Estamos llegando a que sea un edificio sustentable, estamos captando las aguas, porque aquí pasaba un río, las reusamos, captamos las aguas de lluvia”, continuó.

A partir de febrero del 2018, la empresa Edica empezó la construcción del edificio, el cual ya registra un 30% de avance. Se estima que la obra estará terminada a principios del 2020.

Por ahora, el costo de la obra se estima ¢69.000 millones. Fue necesario hacer un recálculo del tipo de cambio del dólar de ¢530 a ¢570 y está pendiente otro.

Inicialmente, el precio se había estimado en $90 millones, unos ¢52.000 millones a mediados del 2017.

El edificio de 21 pisos no albergará todas las oficinas del Congreso, sino solo las dedicadas al proceso legislativo de formación de leyes y al control político, es decir, el plenario y las comisiones, así como las oficinas de los legisladores.

Las oficinas administrativas se mantendrán en el edificio actual.

Habrá nueve salones para comisiones, seis para las permanentes y tres para las comisiones plenas.

También, se dispondrá de cuatro parqueos para 114 autos y una explanada en el costado sur con condiciones para el traspaso de poderes.

La barra de público del plenario tendrá capacidad para 200 personas.