Liga Feminista: 100 años del movimiento con el que las mujeres desafiaron a Costa Rica

En 1923, un grupo de mujeres decidió que era el momento de pelear por sus derechos y se unió para alcanzarlo. 30 años después pudieron votar por primera vez

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

“La mujer prepara poco a poco su revolución y parece adquirir fuerzas suficientes para hacerse dar una declaratoria de derechos. Las tinieblas en las que han vivido siempre se disipan y la lucha se empeña con energía”, se lee en el libro Las sufragistas de Costa Rica, de Macarena Barahona.

La cita fue parte de lo que Ángela Acuña escribió en el periódico Fémina, el 17 de julio de 1919, y adelantaba lo que se vendría para Costa Rica años más tarde.

El 12 de octubre de 1923, egresadas, docentes e incluso la directora del Colegio Superior de Señoritas, organizaron un acto cultural en la institución con un único objetivo: crear la Liga Feminista de Costa Rica.

Esta fue la primera organización feminista del país y les iba a permitir no solo organizarse, sino comenzar a pelear por sus derechos.

Acuña, quien era una notable abogada costarricense de la época, fue nombrada presidenta del movimiento, al que también pertenecían mujeres como Esther De Mezerville (vicepresidenta), Ana Rosa Chacón (secretaria), Vitalia Madrigal y Corina Rodríguez.

“Ángela Acuña y Sara Casal (otra integrante del movimiento) habían estado en una reunión en Nueva York creando una red de comités por los derechos políticos a nivel hispanoamericano. Ellas tenían contactos regionales internacionales, además de que ambas eran testigos tanto en Francia como en Inglaterra, y en el mismo Estados Unidos, del movimiento sufragista internacional”, explica Barahona, quien se ha encargado de investigar el movimiento feminista en Costa Rica.

Y añade: “Ambas habían estudiado en Europa y tenían, por lo que yo puedo deducir, una perseverancia y constancia de líderes que les permitió resistir tantas décadas de luchas políticas en este país tan patriarcal y machista”

En aquel entonces, la intención de las mujeres era poder ejercer su derecho al voto. Sin embargo, sabían que no iba a ser una lucha sencilla, pero aun así estaban dispuestas a darla.

En ese entonces realizaban asambleas, movimientos de educación y de propaganda cada vez que solicitaban el voto en el Congreso de la República. También publicaban artículos en los periódicos de la época y organizaban pequeños mitines a la salida del Congreso y a la salida de las escuelas. La prensa siempre estaba divulgando lo que decían las líderes de la agrupación.

“El último año del gobierno de Teodoro Picado se propone y se discute el voto femenino y casi todos los diputados, a excepción de los comunistas y unos pocos del Partido Republicano, estaban en contra, porque el tema de la mujer no lo respetaban como debía ser, sino que lo utilizaban como una mercancía política de propaganda”, destaca Barahona.

Sin embargo, ejercer el voto no era el único punto que las mujeres buscaban conseguir con la organización que habían formado. Su intención, en realidad, era que la mujer tuviera derechos políticos, es decir, que pudieran participar y formar parte de las decisiones en este ámbito.

Fue allí donde apareció “la resistencia” de quienes estaban en el poder en ese momento.

“Ellas luchaban para ser electas y participar directamente del poder político. Por ese motivo es que había resistencia de los hombres, porque no querían compartir el poder, porque a través del poder se ha generado la riqueza de muchas familias, entonces manejaban el poder político como manejaban los negocios de una finca”, agrega la investigadora.

Y aunque esta era su lucha principal, la Liga Feminista también buscaba un mayor acceso a la educación, una que se tradujera en mejores condiciones de vida para las mujeres.

Este fue un movimiento de casi tres décadas, que según la politóloga e investigadora estuvo activo “oficialmente” hasta 1947. Todo terminó porque meses más tarde (a inicios de 1948) se desencadenó una tensión política que terminó por provocar la guerra civil y, con ello, recuerda Barahona, se efectúan “encarcelamientos, exilio, represión. Pasaron cosas muy horribles y ya nunca más la Liga se pudo volver a formar”.

Sin embargo, el grupo logró que la Constitución Política de 1949 otorgara a las mujeres costarricenses el derecho al sufragio.

“Le debemos a las sufragistas los derechos de las mujeres en Costa Rica”, agrega Barahona.

La lucha continúa

Han pasado 100 años desde que este grupo de decididas y valientes mujeres se unieron para crear formalmente el movimiento, sin temor a las represalias.

Hoy en día la vida es muy diferente. Ya no existe una liga feminista como tal, pero en su lugar hay múltiples organizaciones que abogan por los derechos de las mujeres.

La exdiputada Marcela Guerrero resalta el hecho de que, desde hace un siglo, las mujeres se unieran para defender sus derechos.

“Desde hace 100 años hay una conciencia en los liderazgos de las mujeres en Costa Rica a favor de la defensa de la institucionalidad democrática, de los derechos de la justicia social y de la igualdad. Las mujeres han defendido el tema de la igualdad, no solamente porque les afecta, sino porque defienden además una forma de organización social, económica, política y cultural en este país”, afirma.

Guerrero afirma que, en 1923, la Liga Feminista surgió como una acción colectiva, porque las mujeres sabían “que individualmente no iban a alcanzar lo que buscaban”, que en aquel momento era el sufragio.

Por ello, Guerrero asegura que ese grupo de mujeres “demostraron tener estrategia y, además, tenían muy claro lo que querían, que era ser reconocidas como ciudadanas y ser tratadas de forma igual que los hombres”.

Algunas escribían artículos, otras iban a hacer cabildeo al Congreso e incluso presentaron proyectos ante la Asamblea Legislativa. En resumen, lograron tener un impacto importante en la opinión pública.

“El tema pasó de ser una discusión parlamentaria en el Congreso a ser una discusión nacional con los estereotipos que en aquel momento pesaban. Estábamos en manos de las decisiones de los hombres por la época y las visiones de los hombres. Algunas de ellas eran de la élite y tenían ciertos recursos, pero lograron organizar en todo el país a las mujeres para que pudieran tener un papel activo, porque todas empezaron a tener un solo objetivo”, explica Guerrero.

Ante ello, la también exministra insiste que en la actualidad debería haber más unidad para alcanzar la igualdad, pues si bien el voto femenino es una realidad, todavía hay muchas “deudas pendientes”. Ella destaca, por ejemplo, desigualdades en la política, la autonomía económica, las jornadas laborales y la cultura sexista.

Según Guerrero, uno de los puntos que más evidencia desigualdad es el campo de la política, pues desde 1949 a 2022 788 hombres han sido diputados y solo 214 mujeres han ocupado ese cargo. Además, en toda la historia de Costa Rica, solo una mujer ha llegado a la presidencia de la República (Laura Chinchilla, en el 2010).

“Todavía no estamos satisfechas y si bien se nos ha dado el reconocimiento, no nos ha dado todos nuestros derechos. Yo estoy convencida de que muchas mujeres, que han acompañado a hombres tomadores de decisiones, han influido en ellos, porque ellas tienen una visión de sociedad”, dice.

Para Guerrero, el mundo está en un momento de cambio de época y hay que aprovecharlo, pues aunque considera que el voto femenino fue un gran avance en aquellos años y la Ley de Acoso Callejero tambiés es una lucha ganada, todavía hay mucho camino por recorrer.

“La condición biológica de haber nacido mujer nos expone a situaciones de desigualdad y el piso no está parejo, por lo tanto, la lucha continúa hasta que seamos reconocidas en forma igualitaria. Yo creo que con esto, al final, la sociedad va a ganar”, finaliza.