Julio Rodríguez: Magistral pluma que motivó la reflexión y la dialéctica

Periodista y abogado murió a los 78 años a causa de un aneurisma

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Julio Rodríguez Bolaños, reconocido por su columna de opinión En Vela publicada en esta diario , murió este domingo a los 78 años a causa de un aneurisma.

Su vida estuvo marcada por reflexiones, trabajo y disciplina. Su legado es su magistral pluma, la cual motiva la dialéctica y la criticidad, sobre todo en los tres temas que, según sus palabras, lo desvelaron a lo largo de su carrera: la corrupción, el cinismo en la política y la impunidad.

A estos elementos don Julio los llamó “enfermedades”.

Pero, no solo escribió en tono de denuncia, lo hizo también con tinta propositiva; desde este ángulo se decantó por la ética en la vida personal y en la vida pública, la educación como columna vertebral de cualquier aspiración de cambio político, y la democracia como sistema capaz de resolver sus propias contradicciones.

Oriundo de Heredia y aficionado al Team florense, don Julio se graduó en Filología y Lingüística, fue abogado y periodista.

Trabajó durante 28 años en La Nación . Su labor inició en setiembre de 1985 y concluyó en setiembre del 2013, cuando decidió acogerse a su jubilación para disfrutar con su esposa Míriam Quesada, sus hijos Bernal y Marcela, y sus nietos.

Durante ese tiempo fungió diferentes cargos, como editorialista, columnista y coordinador de la sección editorial. En el 2006 fue reconocido con el Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez , entregado por el Ministerio de Cultura.

Promotor de debate. Muchos polemizaron con don Julio, objetaron sus posiciones e incluso llegaron a atacarlo, pero esto nunca lo agobió y se mantuvo firme en sus convicciones. “Uno se granjea muchos enemigos y también amigos. No obstante, uno no escribe para quedar bien con nadie”, manifestó el columnista en una entrevista que concedió a propósito del galardón.

El propio jurado del Pío Víquez se refirió al tema en el acta de premiación:

“Unos lo aprueban, otros lo refutan, otros son movidos a la reflexión. En la dialéctica indispensable del foro democrático su aporte ha sido de la más alta calidad y ha demostrado durante su vida una absoluta coherencia en su pensamiento… El periodista y columnista ha desarrollado tesis de indudable valor para la discusión de los asuntos públicos costarricenses”.

Por su parte, el Editor General de GN Medios, Armando González, expresó en una semblanza publicada en el suplemento Áncora que ante la pluma del “magistral columnista” la indiferencia es imposible, pues obliga a pensar.

“Escribe con la certeza de concitar el desacuerdo de una parte de sus lectores, no importan el tema o la posición asumida. Anticipar el rechazo y salir a su encuentro es un ejercicio de humildad y valentía. Es también un homenaje a verdades necesitadas de quien las diga.

”Como todos, prefiere el acuerdo, pero, como pocos, se empeña en decir cuanto piensa, sin importarle si lo dicho cala en unos cuantos o tiene la suerte de caer en los más felices predios de la mayoría. Más allá de la prosa depurada, la claridad del pensamiento y el fino manejo de la ironía, la virtud del trabajo periodístico de don Julio es la persistente voluntad de tomar posición, de definirse, sin medir las consecuencias. Por esto es con frecuencia centro del debate”.

Legado. Pese a la ausencia física de don Julio, su legado, plasmado en sus escritos y en el trato amable que lo caracterizó, lo mantendrá vivo en el recuerdo de quienes lo leen y lo trataron: desde directores de este periódico hasta estudiantes que escucharon sus charlas en las aulas de la Universidad de Costa Rica, en las que don Julio contestó preguntas y explicó posiciones, de forma respetuosa y humilde, sin importar cuestionamientos que le hacían.

Uno de ellos es Eduardo Ulibarri director de La Nación de 1982 al 2002, quien no duda en afirmar que Rodríguez fue uno de los principales representantes del periodismo.

“Yo desde que comencé en La Nación y a lo largo de los años conocí a don Julio como una de las principales fuerzas intelectuales del periódico. Disfruté sus editoriales y sus columnas, independientemente de si los compartía o no”.

” Era un interlocutor para los periodistas y no solo eso, muchas veces necesité intercambiar puntos de vista con él. Era un hombre fiel a sus ideales, honesto como pensador, analista y escritor. El periodismo costarricense pierde uno de sus mejores representantes”, declaró.

Yanancy Noguera, directora de este medio desde el 2010 y hasta marzo pasado, manifestó que los aportes de don Julio marcaron al diario y al periodismo de opinión en el país.

“Su estilo es directo, lleno de humor, depurado, con gran estructura y orden. Podemos estar de acuerdo o no con él, pero estas cualidades ningún periodista se las puede negar”, escribió en su blog Puertas Abiertas .

Por su parte, Alejandro Urbina –director de La Nación desde abril del 2003 hasta marzo del 2010 – resaltó de don Julio su franqueza y su conocimiento: “Algunos hemos tenido la suerte de que don Julio nos apunte el camino en los momentos de más difícil decisión. Lo escuchamos porque siempre nos dijo cuál ruta consideraba la mejor a sabiendas de que no siempre nos gustaría la dirección señalada”.

El funeral se realizará este lunes en la iglesia Don Bosco, en el barrio del mismo nombre, a las 3 p. m., según la información preliminar.