"El señor Ottón Solís, que en tres elecciones fue incapaz de vender sus ideas y como premio de consolación no le queda más que 'bombardear', desde su trinchera, para por lo menos tener protagonismo mediático, aún continúa sin entender que quien ganó las elecciones y es presidente de la República es Luis Guillermo Solís".
Así se despidióel asesor del presidente, Iván Barrantes, de su tarea como colaborador del Gobierno en una carta cuyo protagonista es el diputado, Ottón Solís, a quien calificó como alguien "necesitado de la tribuna y de atención".
El consultor, que recibió ¢111 millones por su trabajo de campaña (67% como "premio" por el triunfo), fue criticado con dureza por el diputado oficialista, excandidato y fundador del PAC, Ottón Solís,. El legislador vio un posible conflicto de intereses el hecho de que Barrantes trabajaba ad honorem en Casa Presidencial y, simultáneamente, tuviera clientes privados para asesorías.
"Por medio de la presente hago oficial que me retiro de mis actividades y colaboración en Casa Presidencial y con el presidente de la República. No estoy dispuesto a tolerar y convivir con el 'circo mediático' que se ha tornado en este tema, especialmente promovido por el señor Ottón Solís, quien al parecer tiene mucho interés en que los reflectores estén sobre mi persona. Nuevamente estamos en un caso de esa enfermedad llamada 'la ética según Ottón' y en la actitud autoflagelante que tiene envuelto a ese partido en donde hay grandes personas", manifestó Barrantes.
Sobre el "negocio de la consultoría", Barrantes explicó que es usual tener una mezcla de clientes públicos y privados.
"Es una falta de respeto y profesionalismo suponer que existen conflictos de interés solo por el hecho de tener una mezcla de clientes públicos y privados. Utilizar espacios de trabajo en Casa Presidencial no es un uso de bienes públicos en forma irresponsable, al contrario, es una señal de que todo es transparente y sin malicia", explicó.
El exasesor dijo que la "casa de cristal" (nombre con el que el PAC denomina a la Casa Presidencial) no es un argumento de peso y determinante para invadir la libertad de terceros.
Desde que asumió el poder, Luis Guillermo Solís manifestó que la Casa Presidencial funcionaría como una gran vitrina o “casa de cristal” , que le permita al ciudadano examinar y escrutar el desempeño de quienes administran el Estado. Sin embargo, Barrantes definió los límites a esa transparencia: "hay que respetar a los terceros con los cuales hay obligaciones contractuales de confidencialidad".