El compromiso con una bandera, con un partido, es cosa del pasado, dejó de existir junto con el bipartidismo. Por eso, es cada vez más frecuente que los electores apoyen a un candidato, pero no a sus aspirantes a diputados.
Para Steffan Gómez, investigador del Estado de la Nación, esa actitud no debería ser causa de alarma. "El quiebre del voto es madurez política, es repartir el poder", dice.
Gómez, sin embargo, reconoce que el efecto más fuerte es la dificultad para ejecutar políticas, sobre todo por la resistencia de los diputados de modificar las reglas de aprobación de leyes para esta nueva realidad.