Huellas de ingobernabilidad...

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¿Se ha tornado Costa Rica verdaderamente ingobernable? ?Ha topado con techo la capacidad del gobernante para regir los destinos de la nación? ?Están al borde de la caducidad nuestras instituciones y nuestro ordenamiento jurídico?

Todo un abanico de interrogantes abrió hace dos semanas el presidente José María Figueres cuando aseguró -en su informe de labores al Congreso- que la actual coyuntura del país presenta características que lo colocan en situación de ingobernabilidad.

Temeraria para algunos, realista para otros, la exposición del Mandatario agregó un nuevo elemento al ambiente político de las últimos días y quebró opiniones de políticos y analistas sobre la concepción de este fenómeno y su real dimensión.

Aunque el panorama parece tornarse más claro en las últimas semanas, lo cierto es que el primer año de la administración Figueres ha pasado por enfrentamientos con la Sala Constitucional y el Poder Judicial, prolongados choques con la oposición, férreos enfrentamientos sindicales, discrepancias con la agrupación oficialista y pugnas internas en el gabinete.

Para los más cautelosos, la afirmación del gobernante entraña graves riesgos, a tal punto que aseveran que podría ser el preludio de un proceso justificatorio para llevar el poder presidencial a niveles solo existentes en regímenes de facto como los de Braulio Carrillo y Federico Tinoco.

En sentido inverso, hay quienes estiman que las manifestaciones de Figueres son un llamado de atención, un vehemente clamor a todos los sectores en pos de un gran acuerdo sobre temas trascendentales que permitan superar trabas estructurales que entorpecen el accionar del Poder Ejecutivo.

Las raíces

La ingobernabilidad es un concepto de reciente data que surgió como producto del pesimismo de los países desarrollados durante la crisis del petróleo en los años 70, pero que, una década más tarde, comenzó a ser utilizado también por las naciones subdesarrolladas para explicar las dificultades de las nuevas democracias en su transición a la etapa de estabilidad.

El politólogo argentino Daniel Zovatto, director adjunto del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, explicó que el término encuentra asidero en dos circunstancias: cuando una relación tirante entre los poderes Ejecutivo y Legislativo impide la aprobación de leyes esenciales y cuando un Gobierno se muestra incapaz de responder eficazmente a una sobrecarga de demandas sociales, ya sea por falta de recursos o porque un aparato burocrático anquilosado lo obstaculiza.

En la gobernabilidad de un Estado también entran en juego, según coinciden otros expertos, todos los actores y acciones propias de la democracia, como los partidos políticos, los órganos representativos, las elecciones populares, los grupos de interés y los mecanismos de participación.

"La negociación en busca de consensos ha resultado ser un medio adecuado para mantener un importante nivel de gobernabilidad", agregan los politólogos Gabriel Murillo y Juan Carlos Ruiz en una obra publicada recientemente, denominada Partidos y clase política.

Vistas así las cosas, es factible afirmar que la administración Figueres mostró, al menos en buen tramo de su primer año, síntomas que la colocaron por los menos en los linderos de la ingobernabilidad.

?Cuáles han sido esos síntomas? Basta recordar las reiteradas ocasiones en que instancias judiciales pusieron marcha atrás o condenaron actuaciones del Ejecutivo, los prolongados meses en que el nivel de negociación con la oposición fue virtualmente nulo, el entrabamiento que sufrió la Asamblea Legislativa por algún tiempo y la persistencia del sector sindical en confrontar las políticas oficialistas.

Esto, sin olvidar el gigantesco faltante de recursos que le han impedido al Poder Ejecutivo cumplir el grueso de promesas lanzadas en campaña, la insuficiente aprobación de reformas legales para hacer más expedito el sistema político y económico, las divisiones ocurridas en el seno del equipo de Figueres y el fracaso del sistema de gobierno dividido en cinco áreas.

El mismo Jefe de Estado reconoció días atras, durante una entrevista con La Nación, que muchos de esos factores han incidido en mayor o menor grado en la ingobernabilidad, pero aclaró que su única intención al mencionar el concepto fue llamar a reflexión sobre los problemas que enfrenta el país.

Temores y esperanzas

En el oficialismo y en el opositor Partido Unidad Social Cristiana esta vez hay coincidencia, al menos parcial, sobre este fenónemo ya que ambos reconocen abiertamente su existencia.

Solo que, en el caso del PLN, el jefe de la fracción parlamentaria, Luis Gerardo Villanueva, lo atribuyó "a una serie de distorsiones, trámites engorrosos y recursos que obstaculizan el accionar estatal", mientras que su contraparte del PUSC, Bernal Aragón, la calificó como resultado de la incertidumbre que imperó hasta en días recientes por la ausencia de un diálogo sincero con las distintas fuerzas políticas y sociales del país.

Donde sí existen diferencias irreconciliables es entre analistas y politólogos locales. Algunos, como Oscar Alvarez y Francisco Escobar, negaron enfáticamente que existan condiciones para hablar de ingobernabilidad, pero recordaron que, cuando los presidentes Jorge Serrano, de Guatemala, y Alberto Fujimori, de Perú, comenzaron a utilizar términos similares "ya estaban preparando un autogolpe de Estado".

Rodolfo Cerdas cree que se llegó cerca de la ingobernabilidad por "una clara obstaculización del Congreso para tramitar planes de interés del Ejecutivo". Oscar Aguilar Bulgarelli, en cambio, aseveró que era producto de una Constitución y leyes "hechas para una época en que los procedimientos podían verse con lentitud y no a la velocidad de hoy".

Al margen de unas y otras opiniones, lo que sí puede afirmarse con certeza es que el reciente diálogo directo Gobierno-oposición, la agilización que experimenta el trabajo legislativo en las últimas semanas y el aparente cese de la pugna interna en el Gabinete son señales positivas que, por ahora, parecen alejar el espectro de la ingobernabilidad.

Los síntomas

Los siguientes son algunos de los indicios que, según la definición de los politólogos, podrían ser reveladores de una situación de ingobernabilidad durante el primer año de la administración Figueres:

Reiterados enfrentamientos entre Poder Ejecutivo y oposición.

Ausencia temporal de acuerdos mínimos entre Gobierno y Congreso para tramitar iniciativas esenciales.

Choques entre poderes Ejecutivo y Judicial por decisiones tomadas por el primero.

Férrea oposición sindical a las políticas gubernamentales.

Abultado déficit fiscal que impide cumplimiento de promesas de campaña.

Lentos procedimientos legales y administrativos para ejecutar los planes del Ejecutivo.

Pugna inicial entre el Gobierno y el partido oficialista.

Choques internos en el Gabinete y supresión del sistema de gobierno dividido en cinco áreas, que confundió los papeles específicos de diversos jerarcas.

Escaso apoyo popular, según diversas encuestas, que le resta legimitidad al poder gubernamental.