Frustrada elección en Congreso desata aguda crisis política

Acusaciones entre PLN y partidos de oposición impide renovar cargos

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El Gobierno y los partidos de oposición entraron ayer en una aguda crisis política después de que, por primera vez desde la fundación de la Segunda República (1949), la Asamblea Legislativa no logró renovar el Directorio.

Esta mañana, el poder parlamentario amaneció sin presidente, lo que paraliza las funciones del Congreso y mete un frenazo a los proyectos de Casa Presidencial.

El detonante de la crisis fue la frustrada elección para renovar el Directorio legislativo debido a un enfrentamiento abierto entre el liberacionismo y el bloque opositor integrado por el PAC, Movimiento Libertario, PUSC, PASE y Frente Amplio.

El Partido Liberación Nacional (PLN) pretendía reelegir a Luis Gerardo Villanueva; la alianza apoyaba al diputado de Acción Ciudadana (PAC), Juan Carlos Mendoza.

La jornada se caracterizó por gritos, señalamientos de dedo y mutuas acusaciones de fraude.

La situación se agravó al punto de que, por primera vez en 75 años, la presidenta de la República no pudo pronunciar su informe de labores ante el país.

Mientras en Cuesta de Moras las recriminaciones atizaban el incendio político, en Zapote la mandataria Laura Chinchilla debió limitarse a enviar por escrito el discurso sobre su primer año de gestión.

Tensión tempranera. La tensión legislativa empezó en la madrugada. De esa tensión se dio cuenta el país a las 8:30 a. m., cuando el jefe del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), Wálter Céspedes, anunció que su compañero Luis Alberto Rojas había sufrido un preinfarto.

En ese momento, el bloque opositor de 31 diputados que firmaron un acuerdo para luchar contra el PLN, se quedaba con 30. Y la mañana apenas empezaba.

Poco después de las 9 a. m., los asesores del frente de oposición se aprestaban a fiscalizar el voto de sus congresistas en el plenario, detrás de sus curules, para evitar eventuales traiciones.

La maniobra encendió los ánimos de los liberacionistas quienes, ofendidos, demandaban una elección secreta.

Algunos de los opositores se vieron flanqueados por compañeros que estarían pendientes de que no se rompiera el pacto. Adonai Enríquez, uno de los votos dudosos del Libertario, quedó sentado en medio de su jefe, Danilo Cubero, y de José María Villalta, del Frente Amplio. Lo mismo pasó con otros.

Además, pretendían votar con lapiceros de colores.

Los verdiblancos denunciaron las estrategias como fraudulentas, en palabras del legislador Fabio Molina. El alajuelense habló de “negociaciones oscuras” y las recriminaciones de unos y otros se fueron arrastrando, amontonando. Los tonos subieron, con los dedos se acusaron y la guerra se declaró en el plenario con un zafarrancho sin precedente en 1.° de mayo.

Annie Saborío, presidenta en ejercicio, ordenó sufragar en una urna, lo que provocó la salida de los opositores. Así, el PLN aprovechó para votar por Villanueva, quien luego declinó de esa designación.

Afuera, Mendoza, Luis Fishman, Danilo Cubero, José María Villalta y Víctor Granados acusaban al PLN de aprobar una “elección espuria” y le anunciaban a la presidenta Chinchilla que buscara otro sitio para dar su discurso.

A su vez, los liberacionistas acusaban a los opositores de pretender violar el secreto del voto. Al final de la tarde, no hubo acuerdo para reanudar la elección y ambos bandos instalaron comités de crisis.

En Zapote, el ministro de Comunicación, Roberto Gallardo, sostuvo que el lío no afecta al Gobierno, aunque a las 10:25 p. m. aún seguían analizando la situación.

“Por supuesto que la Asamblea es imprescindible en esta labor, pero las responsabilidades del Gobierno no quedan en suspenso por lo que pasa en la Asamblea”, dijo.